Página web del Festival Márgenes 2022 (22-27 de noviembre)

ANHELL69 Theo Montoya | Colombia, Rumania, Francia, Alemania | 2022 | 75 min.

La Semana de la Crítica de la Mostra de Venecia acogió el estreno mundial de esta íntima, desgarradora y audaz mixtura entre el diario personal, el ensayo sociopolítico, el documental militante y una ficción con aires fantásticos. Con un tono melancólico (la voz en off del propio director es demasiado apesadumbrada y solemne), Anhell69 remite al seudónimo que en redes utilizaba uno de los mejores amigos de Montoya, quien además iba a ser el protagonista de su primera película de ficción. Pero el joven murió a los pocos días (como fallecieron entre 2017 y 2021 otros siete seres muy cercanos al cineasta y a quienes está dedicado el film) y es así que Anhell69 se convirtió en un tributo, un homenaje y la reconstrucción –mediatizada por el dolor y la distancia– de aquel proyecto que no pudo ser.

Montoya recupera imágenes del casting que le hizo a sus amigos para aquella película inacabada (básicamente entrevistas donde cuentan sus experiencias y sus sueños), habla de su cinefilia (como la importancia del cine de Víctor Gaviria), ofrece confesiones desoladoras (“en los últimos tiempos he tenido más velorios que cumpleaños, mis redes sociales se convirtieron en un cementerio”), imagina una película de serie B protagonizada por fantasmas y se sumerge en el micromundo de la comunidad queer de Medellín en medio de un contexto dominado por la figura de Pablo Escobar, la represión, la violencia callejera y enfermedades como el SIDA.

Puede que algunos elementos, asociaciones, reflexiones y análisis que propone el director resulten antojadizas o caprichosas, pero Montoya jamás esconde el espíritu absolutamente personal, visceral y hasta catártico de su film. Y lo hace con una dimensión humana y cinematográfica fascinante, que combina imágenes de fiestas en discotecas, tomas con drones de una Medellín nocturna, registros de las protestas callejeras contra el gobierno derechista de Iván Duque y testimonios de sus amigos que en muchos casos ya no están. Una experiencia por momentos extrema y angustiante pero que al mismo tiempo consigue un extraño lirismo y encuentra belleza en los abismos del dolor. Diego Batlle

SECADEROS Rocío Mesa | España | 2021 | 98 min.

Secaderos transita por lo real de la mano de un elemento fantástico que toma la forma de un ser –una suerte de avatar de los habitantes del lugar– que nace y se alimenta de los secaderos de la Vega de Granada, zona de la que es originaria su directora, residente en EEUU. Mesa debuta en el campo del largometraje de ficción, después de firmar el documental Oresanz (2013), tras una carrera marcada por su acercamiento a lo experimental, algo que se percibe en el tratamiento tanto de los paisajes (áridos y luminosos) como de un relato que explora, de forma poética, la difícil supervivencia del mundo agrícola.

La elegida para encarnar, en la película, la perspectiva de la cineasta es una joven que trabaja en el campo junto a su familia y que sueña con abandonar un día su tierra para disfrutar de otra vida. A su presencia se suma –en un juego de contrastes, pero también de espejos que reflejan distintas visiones del entorno– la aparición de una niña que llega a la provincia de Granada para pasar las vacaciones junto a sus abuelos. Sobre estas dos figuras femeninas –sobre sus anhelos, su forma de enfrentarse con el entorno y su relación con sus familias– construye Mesa una película que sabe asentarse sobre el misterio y la emoción, aun cuando cae puntualmente en los lugares comunes del drama iniciático. Así, en Secaderos, confluyen el dolor por una pérdida que resquebraja una infancia idílica y la angustia que despierta en la adolescencia la forma de vida de los adultos. Fernando Bernal

SOC VERTICAL PERÒ M’AGRADARIA SER HORITZONTALMaría Antón Cabot | España | 2021 | 39 min.

A partir de los textos de Sylvia Plath, Sóc vertical però m’agradaria ser horitzontal de María Antón Cabot, del colectivo lacasinegra, sigue a la escritora y poetisa estadounidense por escenarios de Benidorm, cuando abandona su casa vacacional y se topa con otra mujer profundamente arraigada al imaginario español contemporáneo: Belén Esteban. En 1956, Plath se acababa de casar con Ted Hughes. Todavía quedaba lejos la tumultuosa relación que la autora de La campana de cristal tendría con su marido. Y, de hecho, hay algo de placidez en los primeros pasajes de la película, una sensación que se desprende de las palabras de ella, que escuchamos y que reproducen algunas de las frases de las célebres cartas de Plath a su madre: “sentí, igual que Ted, que ese era nuestro lugar”.

Cuando la pareja de escritores estuvo en Benidorm, todavía no se había producido el boom del ladrillo que define la fisionomía actual de la ciudad valenciana. Cuando Plath sale a pasear, abandona su época y se topa de bruces con la nuestra, en la que relucen los altos edificios de la costa valenciana, y por la que transita una tal Belén, interpretada sutil y delicadamente por Ruth Gabriel. Así, Sóc vertical però m’agradaria ser horitzontal se asienta sobre el gesto radical de hermanar a estas dos figuras femeninas en un mismo encuadre, en un mismo plano temporal. Lo curioso es que la colisión que propone la película entre tiempos y personalidades acaba cediendo terreno a otra tensión, la que fulgura entre lo real y lo ficcional, en cuanto que el tono plácido del film contrasta con la fuerza arremolinada y torrencial de las vidas de Plath y Esteban. En este sentido, la crónica del encuentro entre estas dos mujeres acaba perfilándose como una suerte de trasfondo para el retrato de un lugar, Benidorm, que puede ser algo más que un símbolo del desarrollismo. Violeta Kovacsics

RUNNERMarian Mathias | Estados Unidos, Alemania, Francia | 2022 | 76 min.

Aunque, ante las imágenes de Runner, podría parecer que a Marian Mathias le interesan más los climas y las sensaciones que las grandes revelaciones propias del cine narrativo más convencional, la verdad es que en el film ocurren muchísimas cosas. Solo que el tempo pausado, la búsqueda de cierto lirismo desde lo visual y un deje quizás demasiado enigmático, solemne, lúgubre y claustrofóbico conspiran contra una recepción más emotiva y tranquilizadora. Runner es una película minimalista, austera, contemplativa y hasta taciturna, pero no por eso fría ni mucho menos desganada.

La protagonista es Haas (Hannah Schiller), una chica de 18 años que vive con su padre Alvin (Jonathan Eisley), un tipo fabulador, con aspectos psicóticos y que le debe a cada santo una vela, aspectos que los han convertido en unos parias en el pequeño pueblo rural de Missouri. A los pocos minutos de película, Alvin muere y Haas se queda sola, llena de deudas, a punto de perder la casa y con la obligación de llevar el cuerpo de su padre hasta Illinois para su sepultura. En el camino se topará con Will (Darren Houle), que carga con sus propios traumas y penas, y subsiste con precarios trabajos. Entre ambos comenzará a cimentarse un compañerismo, una amistad que en general no va más allá de charlas breves o paseos en bicicleta.

Rodados en un granuloso y oscuro 16mm, con una pantalla casi cuadrada, los poco más de 70 minutos de Runner remiten al Terrence Malick de Malas tierras o a los primeros trabajos de Kelly Reichardt, pero no se queda en el mero homenaje o en lo subsidiario. Mathias es una cineasta con vuelo propio, capaz de construir un universo autosuficiente, con reglas que funcionan en los términos en que el film está planteado. Un auténtico descubrimiento. Diego Batlle