Víctor Paz (Festival de Berlín)

Remembering Every Night (2023), presentada en la sección Forum de la Berlinale, es el segundo largometraje de ficción de Yui Kiyohara, cuya ópera prima, Our House (2017), también acogió el certamen alemán. En él sigue a tres mujeres de diferentes edades a lo largo de una jornada en la pequeña población de Tama, a las afueras de Tokio. Un breve prólogo muestra a un grupo de músicos en un parque ensayando una melodía que ellos mismos definen como “primitiva”. Es una palabra que viene a la mente en los 116 minutos de metraje de este film pausado y contemplativo, que va cobrando sentido conforme nos adentramos en la propuesta de Kiyohara.

La primera de las protagonistas es una mujer de mediana edad con experiencia en la confección de kimonos y que ahora mismo está en búsqueda de trabajo. Tras salir de la oficina de empleo, decide hacer un viaje en bus para visitar a una amiga, pero se pierde por el camino y no deja de vagar en busca de la casa de su colega, teniendo encuentros fortuitos con otras personas. En el mismo parque del inicio, se cruza con una treintañera en su jornada laboral, que va de casa en casa midiendo los consumos de gas en los contadores. Ella también tiene diversos encuentros en el trayecto que marca su turno. Por último, una joven universitaria danza en ese mismo parque al ritmo de esa música “primitiva” que salpica con notas aquí y allá todo el film. Está compuesta de sonidos electrónicos muy básicos de origen poco identificable. El colectivo que los idea se llama modo&supertotes. En un momento dado, la bailarina deja el lugar en bicicleta y ahí arranca su historia.

Por estas descripciones y la geografía, las comparaciones con Ryūsuke Hamaguchi y Hong Sang-soo se hacen inevitables. Además de que ambos son grandes retratistas de mujeres, el primero suele contar con estructuras narrativas complejas sustentadas en los cruces de historias, como aquí ocurre. El segundo hace algo parecido, aunque sus formas y diálogos gozan de una aparente ligereza y los encuentros casuales son marca de la casa, como aquí ocurre, también. La escritura de Kiyohara se encuentra a medio camino entre la intensidad del nipón y la levedad del surcoreano. Pero no es desde la psicología de los personajes ni desde la palabra que la realizadora construye su película. Es el espacio el que dicta los pasos de estas mujeres, en una aproximación de marcado carácter documental que observa quedamente lo que se van encontrando y que se permite incluso breves momentos de abstracción. Remembering Every Night muestra lo que ocurre en nuestras vidas en momentos de ociosidad, cuando quizá estamos más receptivos a la naturaleza de las cosas y observamos el mundo de forma más profunda que cuando existe un esfuerzo intelectual. Es una invitación a aprender a mirar, a comportarnos como flâneurs que absorben lo que tienen a su alrededor.

Es este un territorio siempre cambiante que perece constantemente. La tradición estética del mono no aware, esa suerte de filosofía que atraviesa todas las artes en Japón desde la primera pintura y el kanji original y que consiste en la conciencia de que las cosas nacen y se marchitan en un fluir eterno, marca sobremanera esta cinta. Al final, va de eso, de aprender a apreciar lo que tenemos delante, en el aquí y ahora, porque no dura mucho. Hay diversos ejemplos en el film que apuntan en esta dirección, pero sirva con citar la frase de una amiga de la universitaria: “los fuegos artificiales se convierten en humo, esto es así”. Como si de un bello haiku de Matsuo Bashō se tratase, este diálogo designa la impermanencia de las cosas cuando las chicas discuten sobre el fallecimiento de un amigo y siguen un ritual en el aniversario de su muerte, encendiendo unas bengalas, como solían hacer con él. Vienen de visitar un museo con figuras de arcilla del pueblo Jomon, que pobló Japón hace 4500 años. Se preguntan si algo así quedará de ellas dentro de otros cuatro milenios. Y, claro, esta posible y exigua memoria tiene en el cine –de conservarse, cosa de la que Kiyohara no parece estar tan segura– un poderoso aliado.