Si bien el imaginario popular asocia el auge del flamenco, y su reivindicación, a la construcción ideológica de la dictadura fascista de Francisco Franco, lo cierto es todo lo contrario: fue la II República quien inició el proceso de indagación en los orígenes populares, raciales, y menos nobles de cierta tradición artística, mientras que la dictadura promovió una cultura unida, no a las expresiones populares, consideradas pobres e incultas, indignas, sino a una tradición de una España grande y nobre. La película Duende y misterio del flamenco, realizada en plena posguerra, es uno de los últimos ejemplos de aquel cine que indagaba en lo popular, y lo hace con cierta conciencia del tópico e incluso cierta ironía. En ella, un locutor va haciendo la historia del cante y del baile flamenco, relatando, desde su origen hasta nuestros días, todos los estilos que han ido apareciendo, haciendo hincapié en la parte más racial, popular e indómita, justamente aquello que la dictadura despreciaba. Como señalan J.L. Castro de Paz y J. Cerdán en el libro Suevia Films-Cesáreo González. Treinta años de Cine Español, durante los años 50 y 60, “la racialidad pegada a los valores tradicionales de la tierra, sensual, potente, pero también inmaculada y firme en sus principios telúricos” que encarnaba la figura de Lola Flores, fue dejando paso “al cosmopolitismo, a la imagen de mujer de mundo y experimentada en sus relaciones con los hombres” que representaba la figura de Sara Montiel”. GdPA

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