La incorrección política es el punto fuerte de los singulares films del director, actor y compositor neerlandés Alex van Warmerdam. Su exitosa fórmula cinematográfica se basa en la construcción de comedias negras y surrealistas que ponen en evidencia una lucha de clases absurda y de tintes nihilistas. Sin embargo, Schneider vs. Bax, presentada en competición oficial de Locarno, no se centra en las diferencias entre burgueses y trabajadores, como ocurría en Borgman o Los últimos días de Emma Blank, sino que apunta al corazón de la guerra de sexos, un tema que en la obra previa de van Warmerdam jugaba un papel secundario.

La ciénaga de "Schneider vs. Bax" de Alex van Warmerdam.

La ciénaga de «Schneider vs. Bax» de Alex van Warmerdam.

Schneider (Tom Dewispelaere) y Bax (Alex van Warmerdam) son dos pistoleros del Oeste obligados a retarse a vida o muerte por encargo en una ciénaga de los países bajos. Un duelo vaciado de toda épica u honor que desintegra las constantes del western clásico. La película comienza el día del cumpleaños de Schneider, cuando Mertens (Gene Bervoets), su jefe, se pone en contacto con él para encomendarle una nueva misión: el asesinato de un célebre escritor drogadicto llamado Ramon Bax. Lo que sigue es una sanguinaria batalla, rebosante de adrenalina y testosterona, entorpecida por dos mujeres incondicionales de los dos duelistas. Una intervención femenina que resolverá el destino de los personajes y la incorrección final del film de van Warmerdam.

Loa vampiros diurnos de "Te prometo anarquía" de Julio Hernández Cordón.

Loa vampiros diurnos de «Te prometo anarquía» de Julio Hernández Cordón.

También en la competición oficial, se vio ayer en Locarno la sobresaliente Te prometo anarquía de Julio Hernández Cordón. El quinto largometraje del director de Las marimbas del infierno, que ha dividido a la crítica y ha recibido los primeros y tímidos abucheos del festival, se presenta como la principal candidata hasta el momento para alzarse con el Leopardo de Oro. El autor estadounidense, que en 2012 ya compitió en Locarno con Polvo, propone en su nuevo film un cruce de cine documental (utiliza actores no profesionales), neo-noir y dejes neorrealistas. La trama de Te prometo anarquía recuerda a la de The Smell of Us de Larry Clark: el film muestra el testimonio en primera persona de un homosexual enamorado de su mejor amigo, que se dedica a ganar dinero fácil para subsistir en la gran ciudad. Una extraña pareja de jóvenes skaters –Miguel (Diego Calva Hernández) y Johnny (Eduardo Eliseo Martínez)– que sobreviven en el salvaje y corrupto México DF vendiendo su propia sangre. Definida por su autor como “una historia de vampiros diurnos”, Te prometo anarquía sustituye el elemento fantástico por un estudio del terror que las mafias ilegales siembran en las poblaciones donde operan.

Los diálogos (socráticos) marcan la pauta de "L'Accademia delle Muse" de José Luis Guerín.

Los diálogos (socráticos) marcan la pauta de «L’Accademia delle Muse» de José Luis Guerín.

Por último, el festival recibió la visita del cineasta español José Luís Guerín, que presentó, en la sección Signs of Life, L’Accademie delle Muse, una ficción poética y conceptual sobre las herramientas del lenguaje y los entresijos del amor, el deseo, el sexo o la literatura. El film surgió a partir del rodaje de una clase de filosofía impartida por Raffaele Pinto, doctor de la Universidad de Barcelona. En dicha lección, el pedagogo analizaba la relación entre musas y poetas a través del análisis de ciertos textos clásicos, propiciando, a continuación, un polémico debate sobre la influencia que ciertas mujeres ejercen, en la actualidad, sobre la fuerza creativa de los hombres. A partir de ese momento, la película sigue los encuentros entre el profesor y su mujer, sus alumnas o sus amantes: citas intelectuales (con forma de diálogos socráticos) donde los participantes abordan de forma espontánea los grandes temas de la filosofía occidental. Como comentó Guerín en el coloquio posterior a la proyección de ayer en Locarno, L’Accademie delle Muse fue concebida con la idea de atenuar el grado de intervención del cineasta. Así, el director de Tren de sombras ha creado un experimento donde la ficción es poseída por la palabra, cuya fuerza da forma a la arquitectura del film.