Cuando Lázaro resucitó, no tenía recuerdos. Y si los hubiese tenido, probablemente habrían sido parecidos a aquellas situaciones que Buñuel retrata en El discreto encanto de la burguesía. No hablamos de los militares, obispos o guerrilleros que interrumpen las comidas de los burgueses protagonistas, pero sí de ese estado de duermevela donde los acontecimientos se mezclan y fusionan en una película que está a medio camino entre lo onírico y la muerte. Como todos los sueños, más aun tratándose de los buñuelianos, ésta es una película más grotesca que surrealista. De algún modo puede interpretarse como un reverso de El angel exterminador ya que si en aquella los personajes no podían abandonar la estancia donde habían cenado, aquí los protagonistas viven un abandono continuo del escenario… pero se quedan sin cena. El discreto encanto de la burguesía le dio a Buñuel un Óscar a la mejor película extranjera y es considerada una de sus mejores obras. También, seguramente, una de las más divertidas. ER

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