El gran Lebowski llegó a los cines estadounidenses justo un año después de que Fargo diera a los hermanos Coen su primer Oscar. La expectación era enorme y fueron muchas las voces disidentes que no acababan de entender qué había pasado para que los cineastas de Minneapolis hicieran lo que en el fondo era “una película de fumados”. Hoy por hoy la historia (que bien parece, al estilo de Fargo, una gran mentira «basada en hechos reales») resulta casi hasta ridícula ya que El Gran Lebowski, pese a su estreno más bien discreto —tanto en recepción crítica como de taquilla—, se convirtió rápidamente en una auténtica cinta de culto. La película remite a esas novelas de Raymond Chandler donde el misterio como tal acaba por no tener demasiada importancia o, al menos, no tanta como la complicada maraña que lo envuelve. Tan compleja en su estructura como ligera en su tono, hablamos de una de las pocas películas que han dado pie a una auténtica religión: el “dudeísmo” (en honor de ese The Dude que interpreta Jeff Bridges) que promueve un estilo de vida cercano al taoísmo y en el año 2010 contaba con más de 70 000 fieles. Sin duda, el último gran gag de la película. ER

Programación completa del cine Phenomena