Diego Batlle

Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) acaba de abrir la inscripción para su segunda promoción y, por lo tanto, es un buen momento para charlar con su máximo responsable académico sobre las principales búsquedas y logros en esta experiencia inicial en un ámbito de formación de excelencia, en el que también participan de manera activa la Filmoteca Vasca, el Festival de San Sebastián y el centro cultural Tabakalera.

-¿Cómo valora el trabajo realizado con la primera promoción de la EQZE (2018-2019)?

-El grupo de alumnos y alumnas de este año es extraordinario, tanto por la diversidad de miradas y su pasión por el cine como, sobre todo, por su sentido de la responsabilidad en la puesta en marcha de la escuela. La asunción de esta responsabilidad era algo que habíamos previsto, lógicamente, pero el compromiso con el que están viviendo el año es digno de admiración y agradecimiento. Quiero recordar que la primera promoción está formada por 45 alumnos y alumnas de 12 países distintos, distribuidos en las tres especialidades: Archivo, Comisariado y Creación. El diálogo que se ha generado entre las tres áreas es muy enriquecedor. Por otro lado, estos meses hemos puesto en práctica alguna de las ideas motoras que subyacían en el proyecto. Por ejemplo, una de aquellas pretensiones fundacionales era que el centro estuviera sujeto él mismo a un “aprendizaje” permanente. Imaginábamos EQZE como un laboratorio dedicado a la investigación, a la exploración fílmica y a la pedagogía cinematográfica cuyo primer prototipo experimental fuera la escuela misma. Un proyecto siempre en exploración, siempre incompleto y en movimiento, siempre crítico, también consigo mismo. Y, efectivamente, dar forma a un proyecto tan singular está siendo complejo, pero apasionante para todos los que estamos involucrados en él. La vocación de EQZE es ser una escuela mutante, que se transforme anualmente según sus estrategias de investigación y según el grupo específico de sus alumnos y alumnas, pero también según el profesorado y los profesionales que nos acompañen. Esta dimensión experiencial y transformadora es consustancial al proyecto. En este sentido, esperamos no perder nunca el vértigo “del primer año”.

-¿Cuáles fueron a su criterio los principales logros de esta primera experiencia?

-Destacaría dos, principalmente. El primero, que la escuela ha congregado en torno a sí a una verdadera comunidad de cineastas, unidos en torno a una idea nada neutra sino apasionada del cine y en diálogo permanente con su pasado, su presente y su futuro. La articulación de estos tres tiempos desde el hoy es de un riqueza enorme e inquiere personalmente a cada alumno. A mi modo de ver, no hay verdadera educación estética sin transformación personal o, cuando menos, sin que tal proceso formativo comprometa a la persona completa. Hay, sin duda, muy buenas escuelas de oficios que transmiten habilidades y destrezas profesionales. En nuestro caso, sin embargo, la propuesta pedagógica es integral e inseparable de lo vivencial, de la experiencia EQZE, es decir, de lo que supone vivir casi 16 meses en esta casa del cine que es Tabakalera. El segundo logro es la activación y desarrollo del departamento de Investigación. Es, sin duda, uno de los rasgos identitarios de la escuela: el departamento de Investigación atraviesa transversalmente los otros tres (Archivo, Comisariado y Creación), y los interconecta de manera reflexiva y creativa. La investigación inculca una manera de estar en el cine: siempre curiosa, buscando lo desconocido, activando la reflexión y la mirada crítica, enhebrando lo reflexivo y lo experimental,. Procura, además, una particular relación con el pasado, siempre vivo y demandante en el presente. Permite, finalmente, la integración de los alumnos y alumnas en proyectos en torno al Archivo, la Curaduría y la Creación fílmicas, un tipo de docencia unida a lo investigación que se concreta después en resultados muy diversos, bien sean académicos y/o creativos. Hay un tercer asunto más general que tiene que ver con el efecto que la aparición de EQZE tiene en el contexto de este espacio fascinante que es Tabakalera. En el fondo, el valor de EQZE reside en su capacidad para mover y poner en relación a agentes cinematográficos de gran tradición y prestigio que ya estaban aquí antes de nuestra llegada. La potencia motora de EQZE, insisto, consiste en establecer conexiones nuevas, a veces insospechadas y raras, y partir de ahí, en imaginar nuevos territorios de trabajo y proyectos comunes sobre la base de esa idea vertical de ‘los tres tiempos del cine’. Visto así, EQZE es más una energía o un movimiento que un lugar.

-¿Qué aspectos han ido modificando o adaptando a partir del trabajo directo con los alumnos?

-El plan académico de EQZE tiene una particular estructura modular, muy definida y sólida, pero al mismo tiempo tremendamente flexible a la hora de asimilar modificaciones o adaptaciones. No es una estructura lineal o productivista, encaminada a una serie de objetivos marcados y fijos, sino concéntrica y circular, que comienza y termina con el Festival de San Sebastián, lo que hace que podamos ir dando forma, rectificar, volver sobre asuntos, adaptarnos a los proyectos del alumnado y asumir otros nuevos con una gran naturalidad y organicidad. La estructura del plan de estudios materializa de alguna forma la filosofía de la escuela, que, como he mencionado, fomenta la asunción de responsabilidades por parte del alumnado. Ya he hablado al inicio esta idea de una escuela que forma pero que, simultáneamente, se da forma a sí misma. De hecho, siempre hemos pensado EQZE como un proyecto cinematográfico y no tanto como una iniciativa simplemente académica. De esa primera condición se derivaba, ya desde su origen, la necesidad de que, idealmente, EQZE fuera tomando una forma distinta y singular cada año, atendiendo al grupo de específico de alumnos y alumnas de cada promoción. Evitar los modelos y fórmulas repetidas y construir desde la observación de esa realidad cotidiana es algo que nos ha obligado a un estado de alerta creativa permanente a todos los que conformamos el proyecto, comenzando por el alumnado.

-¿Qué feedback han recibido de los estudiantes y de los distintos docentes y prestigiosos profesionales (Carlo Chatrian, Thierry Frémaux, Helena Girón, Oliver Laxe, Natalia Marín, Matías Piñeiro, Vincent Maraval, Santos Zunzunegui, Koldo Almandoz, Cristina Álvarez, Adrian Martin, entre otros) que han participado en las distintas actividades?

-En general, la relación de EQZE con los profesionales y docentes viene de lejos. Hemos tratado de que conocieran el proyecto desde la filosofía inicial y a través de las distintas etapas de asentamiento, de tal manera que su llegada a la escuela ha sido habitualmente un episodio más en esa propuesta compartida de crear el centro. Pongo el ejemplo de Cristina Alvarez y Adrian Martin, que varios meses antes de la impartición de sus clases, habían participado ya en las Lecciones perdidas de Andréi Tarkovski (uno de nuestros proyectos de investigación), aportando al proyecto un extraordinario videoensayo. En general, tratamos de que, también para el profesorado, EQZE sea un lugar de búsqueda y su participación en docencia les suponga cierto reto de aprendizaje. El paso por la escuela les ha animado, en algunos casos, a rescatar proyectos o a activar otros nuevos (de creación, investigación, etcétera) que podrían desarrollarse en el centro.

-A poco de abrir la inscripción para la segunda promoción y teniendo en cuenta la importante cantidad de solicitudes recibidas desde América Latina (mayor en proporción a las de otras regiones), ¿cómo evalúan la relación con el sector audiovisual latinoamericano?

-Es una vocación natural, que sigue la que ya desarrolla el Festival de San Sebastián desde hace muchos años. En el ámbito de Creación esa relación es, quizá, más evidente, pero nos gustaría intensificarla en las otras áreas de conocimiento que conforman el centro; es decir, en las áreas de Comisariado, Archivo y preservación fílmica e Investigación. Hay un potencial colaborativo apasionante en estos campos: pienso, por ejemplo, en la generación de un pensamiento o historiografía fílmico-curatorial latinoamericano, en la toma de conciencia y el desarrollo de programas destinados a la preservación de la memoria audiovisual, sobre todo en el ámbito amateur y doméstico, en el estímulo y difusión de la literatura cinematográfica, sea académica o no… En fin, también en estos otros ámbitos de “los tres tiempos del cine” nos gustaría establecer vínculos con filmotecas, archivos, cinematecas, festivales y universidades de América Latina.

-Más allá de la diversidad de apoyos y convenios que tiene EQZE, ¿cómo ha sido la colaboración directa con el Festival de San Sebastián y cómo puede ir creciendo en el futuro?

-El Festival no es un agente externo con el que EQZE tiene una relación más o menos formal establecida por convenios; no, el vínculo es mucho más esencial: participa desde el primer día en la imaginación de este lugar y, a partir de ahí, a través de su participación en la dirección académica, toma parte en todas las decisiones estratégicas y de contenido. Este curso se han concretado varias líneas de trabajo compartidos, como la asignatura Festival en Construcción, que recorre todo el curso y en la que participan los responsables de todos los departamentos del certamen; y el proyecto de investigación Zinemaldia 70, que implica el estudio y valorización de su enorme y fascinante archivo, con la vista puesta en su 70º aniversario, que se celebrará en 2022.