Diego Batlle

La Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) es un centro de formación de vanguardia con sede en el imponente centro cultural Tabakalera de San Sebastián que ofrece tres espacios de formación más un ámbito para la investigación. El pasado 1 de febrero se abrió la inscripción para el curso 2020-2021. A continuación acogemos el testimonio de tres jóvenes graduados por la institución, que escriben sobre sus experiencias académicas, sus proyectos y sus pensamientos respecto de sus respectivos oficios.

Anna Ferrer (de Barcelona, graduada de la especialización de Archivo)

Para mí, el paso por la escuela ha supuesto descubrir nuevas sensibilidades y perspectivas en torno a la conservación del patrimonio. Antes de adentrarme en el universo del audiovisual, cursé la carrera de conservación y restauración, especializándome en documento gráfico y, paralelamente al estudio del papel, fui interesándome cada vez más por el cuidado de las fotografías. Al matricularme en el posgrado de Archivo buscaba aprender más sobre la naturaleza de los materiales fotoquímicos, sus procesos de degradación y los métodos más adecuados para prevenirlos.

Pero las películas tienen una dimensión más compleja que otros bienes culturales. Además de tener en cuenta su materialidad, los profesionales de la conservación audiovisual deben lidiar con muchos otros factores, como su exhibición y percepción, los cambios tecnológicos constantes y la obsolescencia de formatos. Por esta razón, la disciplina requiere el trabajo conjunto de especialistas en distintas áreas: técnicos en archivo, conservación, digitalización, restauración y preservación digital, entre muchos otros.

La interdisciplinariedad es la clave para lograr la excelencia en cualquier trabajo y las iniciativas que han nacido este año de las sinergias entre estudiantes de Archivo, Comisariado y Creación son una prueba clara de ello. En pocos meses, he tenido la oportunidad de participar en multitud de proyectos muy diferentes entre sí. Junto a mis compañeras, he trabajado en la digitalización de las filmaciones de Jorge Oteiza para la exposición Oteiza y la estatuaria de Arantzazu 1950-1969 y, en colaboración con el grupo NOR de la Universidad del País Vasco, hemos iniciado la recuperación del fondo personal de Manuel y Antonio María de Ynchausti, compuesto por un centenar de bobinas de nitrato y acetato, cuidadosamente guardadas durante más de siete décadas en el desván de su casa de Ustaritz.

Además, he podido involucrarme en un verdadero trabajo de arqueología fílmica en el marco del proyecto This Film is Dangerous, impulsado por el departamento de investigación de EQZE, llevando a cabo el estudio e inspección de los rollos de nitrato de Los últimos segundos (Die vier letzten Sekunden des Quidam Uhl, Robert Reinert, 1924), y su comparación con la única copia conocida de la película, conservada de manera muy fragmentaria en el Museo del Cine de Munich. Este proyecto, actualmente coordinado por el restaurador Luciano Berriatúa, sigue adelante con el trabajo de las estudiantes de la nueva promoción, con las que gestionaremos su escaneo y futura restauración digital.

Por último, destacaría el papel de las tres instituciones cinematográficas implicadas en el desarrollo de la actividad pedagógica, permitiendo la expansión de la docencia más allá de los muros de la escuela y generando una red de conocimientos compartidos. Esta constelación me ha abierto las puertas a realizar prácticas profesionales en Filmoteca Vasca, trabajando en la catalogación y revisión de sus fondos gráficos y audiovisuales, y me ha dado la oportunidad de trabajar en la conservación del fondo documental del Festival de San Sebastián, cuyo archivo abrirá sus puertas en 2022, coincidiendo con la celebración de su 70º aniversario.

En cuanto a las tendencias actuales de los archivos audiovisuales, mencionaría en primer lugar el cuestionamiento de las excepciones y los límites de los derechos de autor, y la exploración de nuevas fórmulas para la difusión y reutilización de las imágenes. Por otro lado, el cambio de paradigma del medio analógico al entorno digital en el que nos movemos. La preservación digital es, sin duda, el principal quebradero de cabeza de las instituciones que salvaguardan este tipo de materiales. En un momento en el que la distribución y exhibición son eminentemente digitales y las películas analógicas deben escanearse para ser vistas, se precisan nuevos recursos para asegurar la integridad y el acceso a los archivos digitales generados. En su planteamiento, la escuela ha sabido reconocer la importancia de estas cuestiones y trasladarlas al aula de la mano de expertos con una amplia trayectoria profesional, como Pamela Vízner (AVP), Peter Bubestinger (AV-RD) o Reto Kromer (reto.ch), cuyas empresas ofrecen soluciones de conservación a instituciones patrimoniales de primer nivel. Los nuevos profesionales del archivo deberán estar familiarizados con esta realidad y saber adaptarse a los escenarios tecnológicos presentes y futuros.

Maui Alena (de Buenos Aires, graduado de la carrera de Comisariado – Programación)

Haber estado un año en la EQZE me dio la posibilidad de reconectarme con muchas actividades e inquietudes relacionadas a mis primeros deseos de estudiar cine hace 15 años y convivir con personas de distintas partes del mundo con perfiles cinematográficos muy diversos. El gran acierto de la institución, a mi entender, es que no concibe una sola idea del cine, sino que nos abre un abanico de posibilidades enorme donde cada uno elige qué camino tomar, no sólo desde su estructura académica, sino también desde el perfil del profesorado. Durante el año tuvimos la posibilidad de tener clases con cineastas experimentales y clásicos, investigadores, restauradores, críticos, teóricos, poetas, programadores, productores, escritores o editores de libros. En programación -la especialidad que cursé- pasaron por las aulas los directores de los festivales más grandes del mundo (Cannes, Berlín, San Sebastián o Viena), como de las muestras de cine más pequeñas, radicales e independientes. Si bien los programas son tres (Archivo / Creación y Programación / Comisariado), como en el cine mismo, es imposible pensar en uno sin la presencia de los otros dos.

La escuela está ubicada en Tabakalera, una institución que tiene una excelente programación de cine con cinco proyecciones semanales que acompañan al curso. Profesionalmente adquirimos una visión global y precisa de las distintas corrientes cinematográficas contemporáneas en el mundo, aunque para mí lo más importante fue la experiencia de estar quince meses conviviendo a diario con personas de países y culturas distintas con inquietudes parecidas a las mías. Resulta enormemente estimulante habitar un espacio donde en simultáneo, en distintas aulas, hay alumnos viendo, revelando, montando, programando, restaurando y pensando películas y, a su vez, como dije antes, nos hace conectarnos de una manera lúdica con el cine, con la ilusión de revelar, de filmar o el simple placer de ver una película.

Estar durante ese tiempo en un lugar donde el cine aparece constantemente presente de tantas maneras distintas es una experiencia recomendable para cualquier persona que le guste el cine, y es un espacio ideal para desarrollar cualquier proyecto. En mi caso, el proyecto personal de curso (o Hipótesis del cine, como las llaman en la escuela) es una publicación que espero terminar este año, que consta de conversaciones con invitados que han sido parte de la comunidad de la EQZE durante su primer año lectivo. Cada una de estas conversaciones tomará como punto de partida un tema específico distinto en relación al cine, donde intentaré así tener una especie de memoria de mi recorrido por la escuela en su primer año y a su vez un “diccionario / enciclopedia de cine” donde muchos temas relativos a él estarán presentes a través de la voz de estos invitados.

Marina Palacio (de San Sebastián, graduada de la especialización de Creación)

Mi paso por la escuela ha sido un camino de aprendizaje y evolución no sólo en el aspecto cinematográfico sino también en el personal. A niveles prácticos, me ha aportado conocimientos en diferentes campos de la creación, tanto en lo digital como en lo analógico. Y me ha impulsado a construir proyectos tanto individual como colectivamente.

Tras finalizar mis estudios de Bellas Artes, EQZE me dio la oportunidad de emprender un nuevo rumbo hacia la creación cinematográfica. Me ha permitido evolucionar dentro de la libertad de la que a mí me gusta disponer cuando hago películas. Sentir que el cine puede ser lo que uno quiera, que no hay solamente una manera de hacer las cosas. La evolución, entonces, surge en el momento en el que se genera un lugar de encuentro y pensamiento en torno al cine, donde todos los caminos pueden ser posibles y el compartir experiencias con el resto de creadores se convierte en un factor fundamental de aprendizaje.

Cada semana hemos contado con diferentes profesionales que nos han aportado su visión sobre el cine, nos han transmitido su experiencia e incluso hablado de sus inseguridades creativas. Poder tenerles cerca, y en estos términos, me ha hecho sentirme cómoda en un mundo donde muchas cosas o personas parecen inalcanzables. Además, poder estar acompañada durante el proceso de mi película por una cineasta que ha ejercido de tutora ha sido clave para poder crecer dentro de la escuela.

Comencé el curso con una única idea: quería realizar una película en la que mi padre, ajeno a todo este mundo, fuese el protagonista. Ambos teníamos muy claro que queríamos vernos sorprendidos por el propio proceso, dejando casi todo en manos de la improvisación, el juego y el azar. Esto ha sido posible gracias a que la EQZE me ha prestado todo el material necesario para salir a rodar numerosas veces durante el curso. Este modus operandi, a su vez, me ha enseñado a emprender una búsqueda más cerrada y alejada del caos creativo al que había estado acostumbrada hasta el momento.

Al día de hoy, aún sigo trabajando en la película, que empezó siendo una pequeña semilla al comienzo del curso y que ahora es ya un cortometraje en plena fase de postproducción, que quiero finalizar en junio de este año.

También he tenido la suerte de poder formar parte de otros proyectos dentro de la escuela. En concreto, mi compañero Jaume Claret me confió la dirección de fotografía de su cortometraje. Es muy inspirador ver cómo han surgido nuevos proyectos y equipos de trabajo a partir de las personas que nos hemos encontrado en EQZE. En este aspecto, y en bastantes otros, la escuela abre muchas puertas. Ha sido un gran respaldo y creo mucho más en mí de lo que lo hacía antes, independientemente de lo incierto que siempre es el futuro para quien desea dedicarse al arte en España.