Las tres primeras películas de Andrew Niccol forman de algún modo una extraña trilogía sobre la identidad. Si en Gattaca, su ópera prima, el protagonista ha de desaparecer en un nombre que no le pertenece, en El show de Truman (escrita por el neozelandés aunque dirigida por Peter Weir) éste se ve envuelto en una charada donde lo único real es, precisamente, él mismo. Este juego de reversos culminaría unos cuantos años después con Simone, película donde la figura del intérprete ya quedaba totalmente virtualizada y el títere se acababa comiendo al titiritero o, lo que es lo mismo, el cine al cineasta. La sala Phenomena ofrece hoy la oportunidad de ver en pantalla grande la primera de las películas de Niccol, un director con una trayectoria posterior un tanto irregular pero que siempre acaba resultando interesante. Gattaca, que ganó el premio a la mejor película en el festival de cine de Sitges, es uno de los mejores ejemplos de ciencia ficción de los noventa y tal vez la mejor película de Niccol. Un melodrama netamente estadounidense —el sueño americano se presenta aquí como una oda al trabajo y a la persistencia— que aprovecha los posibles avances en el campo de la genética para plantear una distopía impoluta donde el ser humano queda reducido a ser un dato. Endika Rey

Programación completa de la Sala Phenomena