Manu Yáñez (Festival La Inesperada)

A Night of Knowing Nothing de la cineasta india Payal Kapadia arranca con una sugerente pirueta audiovisual. La imagen ofrece una estampa extática: unos jóvenes indios bailan en una discoteca iluminados por lo que parece ser la proyección de un film de Bollywood. Por su parte, la banda de sonido recoge la lectura de unas cartas en las que “L”, una joven estudiante de cine, relata una historia de amor prohibido. Se articula así un contraste entre luz y oscuridad, entre la fulguración de la joie de vivre y una concepción melancólica de la existencia. Una colisión anímica que extenderá sus tentáculos por toda la película, que se presenta como un ensayo fílmico que toma impulso gracias a la fuerza de lo poético y luego se propulsa, con urgencia, hacia el territorio de lo político.

Haciendo justiciar al cariz enigmático de su título, A Night of Knowing Nothing transita, de un modo esquivo, por diversos registros expresivos: la trágica historia de amor se cuenta a través de imágenes rojizas con aliento de found footage; el presente de “L” –que está montando una película sobre un joven que atraviesa una crisis de ansiedad– se nos muestra a través de imágenes en blanco y negro; y luego Kapadia enriquece su discurso visual y narrativo con ilustraciones y relatos de sueño. El resultado, un magma poético tocado por una delicadeza sublime, remite inevitablemente al cine de Apichatpong Weeerasethakul, con su interés por imbricar Historia, mitos, folclore y activismo político. La denuncia toma el centro de la representación cuando la película decide convertirse en un testimonio vivo, incendiario, de las luchas de los estudiantes indios en favor de la libertad de expresión, contra el sistema de castas y contra la toma de las instituciones culturales a manos de esbirros del gobierno de Narendra Modi. Rescatando imágenes de la represión policial y situando la cámara en el corazón de la revuelta, Kapadia muestra a estudiantes de cine manifestándose bajo el lema: “Eisenstein, Pudovkin, we shall fight, we shall win!”. La furia se reviste de impotencia, pero Kapadia no cesa en su empeño por hallar un sentido a su tarea.

Pocas películas se han atrevido a formular de un modo tan directo la pregunta esencial que debería hacerse todo joven cineasta: ¿Qué significa hacer cine hoy? El interrogante se hace explícito durante la reunión del sindicato estudiantil de la principal escuela de cine de la india, que está en peligro de ser desmantelada. Fiel al espíritu abierto del buen ensayo fílmico, Kapadia se niega a ofrecer una respuesta unívoca. Por momentos, A Night of Knowing Nothing se alimenta del espíritu universal e intemporal de las emociones de un relato romántico. Otras veces, la película deviene un ejercicio de memoria, en el que confluyen la nostalgia (el amor a la propia tierra) y la indignación (por las injusticias de la Historia). Y, finalmente, está la convicción con la que la joven directora toma partido por sus compañeros universitarios, reivindicando una forma de cine activista capaz de esquivar lo panfletario.

En una de sus muchas decisiones brillantes, Kapadia decide no poner rostro a “L”; sería tentador verla como su alter ego. Así, las reflexiones del personaje –su mirada despierta pero también abatida y confusa– aterrizan sobre los rostros de muchas de las jóvenes activistas que pueblan la película. Como ocurría en El gran vuelo de Carolina Astudillo o en My Mexican Bretzel de Núria Giménez Lorang, una voz (sin rostro, con máscara o con múltiples caras) deviene la portavoz de toda una generación. Un viaje de lo individual a lo colectivo que Kapadia proyecta hacia múltiples territorios: el testimonio urgente, la celebración de la vida, el manifiesto político, el ensayo cultural, el discurso amoroso… He aquí una muestra de cine abierto, vivo, comprometido con la realidad y con el futuro del propio medio.