James N. Kienitz Wilkins se dio a conocer en 2012 en el circuito de festivales con una de las películas más singulares y fascinantes de los últimos años: Public Hearing, una re-representación de los debates públicos en un pequeño pueblo del medio rural norteamericano, en torno a la idoneidad, o no, de ceder unos terrenos públicos a una gran superficie comercial que pretendía aumentar sus instalaciones. La transcripción de aquellos debates, disponibles de forma pública para quien quisiera consultarlos, fueron la base de esta operación de puesta en escena, en el sentido más estricto del término, que ponía de relevancia cuestiones como la circulación de la información, las lecturas y relecturas posibles de lo real y las distintas capas de lo político en relación a lo público. Su último trabajo, Indefinite Pitch, toma también la forma de un artefacto no-cinematográfico, como es una presentación de power point, herramienta de promoción y venta, diseñada para el convencimiento público, la sugestión, y de alguna forma la manipulación emocional e ideológica, para convertir la propia película en una reflexión sobre su formato y su forma adaptada a la venta. Así, la película es al mismo tiempo su herramienta comercial, en una suerte de reflexividad que pone de manifiesto la parte más oscura del negocio cinematográfico, además de sacar a la luz cuestiones raciales, económicas y políticas que las películas asumen, dan por válidas, y constituyen un sustrato ideológico sobre el que se maneja toda la industria del cine. GdPA

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