El primer plano de Joven y alocada coloca al espectador rápidamente en situación: el rostro de su protagonista, desnuda y colocada junto a otro cuerpo indefinido, se despierta e intenta masturbarse. El acto se interrumpe y su voz en off pasa a explicarnos su historial de pajas interruptus así como otros actos sexuales imposibles; y pronto entenderemos que esa voz es la de su particular “ebanjelio”, un blog anónimo donde la protagonista tiene la libertad de la que carece en su casa. La férrea educación de sus padres, estrictamente religiosa, coarta su vida pero Joven y alocada no es un drama social ni, aunque pueda parecerlo, uno identitario. Se trata de una película pop donde, como en los foros de internet, la protagonista escribe sin preocuparse tanto por la forma con la que narrar sus ideas como por el vómito de las mismas. Joven y alocada es una liberación, una expulsión de uno mismo que sirve, sobre todo, para coger impulso. En algunas ocasiones el mecanismo funciona mejor que en otras, pero en cualquier caso toda la película es tan honesta como una falta ortográfica de la que uno es consciente, pero que define la palabra mejor que la académicamente estipulada. La adolescencia es siempre un camino hacia delante. ER

Programación completa de Gandules´16 del CCCB