Tras realizar La panadera de Monceau en 1962, Eric Rohmer presentó, un año después, su segundo cuento moral titulado La carrera de Suzanne. Este mediometraje, producido por el jovencísimo Barbet Schroeder, plantea un triángulo amoroso protagonizado por dos chicos que se sienten atraídos por la misma mujer de forma antagónica. Mientras Guillaume se acera y se aleja de Suzanne por capricho, Bertrand prueba suerte cuando el otro galán no esté presente, elaborando una frívola y prepotente farsa, que oculta el propósito honesto detrás de sus tentativas de seducción. La ficción –narrada íntegramente desde el punto de vista del personaje de Bertrand– busca la ruptura entre la palabra y la imagen; pues, el deseo y los sentimientos románticos expresados verbalmente a través de la voz en off resultan contrarios a los actos que el antihéroe lleva a cabo durante todo el metraje. De este modo, los prejuicios morales, la actitud auto-reprimida, y los estereotipos sobre la feminidad –recordemos que sólo conocemos a Suzanne a través de los ojos de Bertrand– se proclaman los vencedores de una batalla fallida por satisfacer un amor secreto. A partir de la puesta en escena de esa lucha interna e incandescente entre el conformismo y el deseo de rebelarse contra la represión, Rohmer retrata la joven burguesía universitaria, descarada y altamente intelectual de los años sesenta, cuya rebeldía contestataria conduciría años más tarde al Mayo francés.

Programación completa de Méliès Cinemes.