Manu Yáñez (Festival Punto de Vista)

En Reserve, el nuevo cortometraje del barcelonés Gerard Ortín Castellví, el encuentro entre el ser humano y la naturaleza se presenta bajo un aura armónica que oculta un turbio amasijo de tensiones y contradicciones. El propio título de esta pieza de 27 minutos alude a un concepto resbaladizo, el de las reservas de fauna salvaje, espacios destinados a la preservación del medio natural pero que al mismo tiempo ponen de manifiesto una cierta arrogancia inherente a la conducta humana, la presunción que nos lleva a someter cualquier realidad a un orden antropocéntrica. Ortín Castellví explora esta inquietante paradoja mediante un trabajo de carácter fragmentario, aplicado tanto a la estructura del film como a la interacción entre imágenes y sonidos. Un despliegue de rimas y disociaciones que arranca con una pantalla en negro sobre la que se escucha una conversación del propio cineasta con un cazador que describe el funcionamiento de las “trampas de convergencia”: una extensa construcción de muros de piedra que convergen en un foso. Según ha explicado el propio Ortín Castellí, es posible caminar por un bosque durante un largo trecho sin advertir la presencia de estas sigilosas y obsoletas trampas. Lo visible y lo oculto, lo aparente y lo real; dialécticas que actúan como el motor conceptual de Reserve.

En su nueva película, Ortín Castellví regresa a los territorios de su anterior trabajo, Perrolobo (Lycisca), donde se estudiaba la difícil pervivencia de los lobos en los valles del País Vasco. En Reserve, el lobo ocupa un rol central en el discurso del film, aunque nunca llega a aparecer en pantalla. Una llamada telefónica a una empresa norteamericana revela la existencia del negocio global del orín de lobo, con el que se busca espantar de zonas rurales a las presas naturales del animal, como por ejemplo los jabalíes. La insolencia humana para con lo natural aparece aquí revestida por la educada eficiencia del lenguaje comercial, que además se escuda en el supuesto espíritu ecologista del proyecto empresarial. En todo caso, cabe señalar que Reserve –una obra sensorial que no desprecia el poder de las imágenes para excitar el olfato– se desmarca por completo de lo panfletario para apostar por una articulación indirecta, alusiva, de sus tesis. En las imágenes del film, hallamos a unos tiradores con arco que han sustituido la caza por una práctica de índole deportiva, aunque el disparo a unos avatares de animales construidos con material plástico mantiene vivos viejos rituales. Por su parte, las imágenes más poderosas de Reserve –unas estampas grotescas que remiten al universo buñueliano– están protagonizadas por unos buitres a los que los humanos proveen de cuerpos de animales muertos. Simulacros de caza y de carroñería que perfilan, en el horizonte de este film alérgico al didactismo, interrogantes vinculados a nuestra relación con el mundo natural, marcada por los ecos infranqueables del atavismo y la economía de mercado.

En A Tongue Called Mother, de la belga Eva Giolo, presentada también ayer en la Sección Oficial de Punto de Vista, lo humano aparece perfectamente enmarcado entre condicionantes sociales y variables naturales. La película se presenta como una investigación en torno al aprendizaje lingüístico de los niños belgas. Hablado en francés, este emocionante cortometraje de 18 minutos se estructura a partir de unos intertítulos escritos a mano donde aparecen términos que los niños y niñas de una escuela van mencionando cuando se les insta a elegir palabras encabezadas por una letra determinada. La M es para mamá, claro. La R para responsabilidad y para “rien” (nada). La B para beso y para banana. Un suerte de abecedario de la felicidad que sirve de hilo conductor para esta película marcadamente dicotómica. En las escenas escolares, impera lo sistemático, la búsqueda del orden, la claridad en la pronunciación y en la comprensión del significado de cada palabra. Por su parte, en el ámbito doméstico –donde Giolo filma la relación entre su sobrina pequeña, su madre y su abuela, enferma de Alzheimer–, se impone un revelador desorden natural, en el que la nieta, por ejemplo, debe enseñar a la abuela a reaprender ciertas tareas manuales. Así, a través de un vaivén entre lo pautado y lo orgánico, lo programático y lo espontáneo, esta pequeña pieza de orfebrería fílmica, filmada en 16mm, acaba alumbrando la naturaleza imprevisible y multidireccional de los flujos de transmisión y aprendizaje.