Resulta llamativo que el estreno de esta excepcional película tenga lugar en la sección “Panorama”, fuera de competición, del festival Documenta Madrid, cuando el primer largometraje de Ana Serret podría haber sido presentado en un lugar con mucho más visibilidad, como la propia sección oficial del festival madrileño. Misterios insondables de la programación y la exhibición en festivales. Sea como sea, ningún espectador interesado en la producción documental nacional, o mejor dicho, en la investigación formal de aquello que llamábamos cine documental, debería dejar pasar la oportunidad de ver esta película que es mucho más que lo que apunta su escueta sinopsis: tomando como punto de partida el retrato de aquellos que trabajan para que otros se diviertan, los músicos que giran por los pueblos españoles de verbena en verbena, la propuesta de Serret no es solo una investigación sobre el trabajo y los trabajadores, en un momento en que la conciencia social, y el propio acto de trabajar, está en entredicho, desprestigiado y minusvalorado, sino sobre todo una exploración sensorial, emocional, melancólica y social de la potencia del sonido. Pues es justamente el sonido el gran protagonista, por presencia y ausencia, en cámara o fuera de ella, de una película que poco a poco teje un manto con retazos de intimidad, retratos de carreteras, trabajadores y aquellos que se divierten gracias a ellos. GdPA

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