Segundo largometraje de Javier Rebollo tras una larga y fructífera carrera en la televisión, el documental y el cortometraje. Para su segunda película, Rebollo contó con la actriz Carmen Machí, muy conocida en aquel momento por ser la protagonista de una popular (y terroríficamente mala) serie de televisión pretendidamente graciosa. Para su retrato nocturno de una mujer en plena huída, Rebollo tomó de forma casi literal el cuerpo de la actriz, vaciándolo de toda su gestualidad cómica y, especialmente, de su verborrea, creando una especie de maniquí andante que sin embargo es a la vez profundamente cómica y profundamente patético y enternecedor (¿acaso no es esa suma el componente ideal de toda comedia?). Recibida con tantas alabanzas como exabruptos en su estreno en el festival de San Sebastián, La mujer sin piano fue incluida meses más tarde de su estreno en un ciclo del Festival de Gijón llamado “Post burlesque”, la muestra de que la intención cómica, y a la vez peripatética de su director, no iba mal encaminada.

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