La profesora de parvulario reemprende la minuciosa descripción de la sociedad israelí –profundamente familiarizada con el odio y la violencia, debido a la forzada convivencia con sus vecinos palestinos– ya procurada por Lapid en su anterior thriller criminal. Esta vez, el cineasta nacido en Tel Aviv señala la desorientación y la falta de estabilidad emocional de los habitantes de su ciudad natal a través de los cándidos versos que pregona un niño prodigio de cinco años. Yoav (Avi Shnaidman) posee un extraordinario don literario que fascina a Nira (Sarit Larry), su profesora en la guardaría y poetisa amateur. El talento del pupilo –capaz de aludir al nazismo, las corridas de toros españolas o la proyección del Sol en Dios en una improvisada creación literaria– causa a la institutriz un sentimiento que oscila entre la admiración y la envidia. Se trata de un arrobamiento intelectual que acaba convirtiéndose en una obscura y peligrosa obsesión. De este modo, a través del personaje de una profesora de parvulario –paradigma de la inocencia y la buena conducta social–, Nadav Lapid revela la cara más políticamente incorrecta del estado de Israel.

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