Película fundamental, no ya de la Nouvelle vague francesa, sino de toda la historia del cine, dicho sin ningún pudor, Los cuatrocientos golpes es uno de esos trabajos que siguen siendo referenciales, y es un lujo que la Filmoteca Española, en su programación de Cine para todos, se decida recuperarla en una copia en 35 mm. Tantas veces vista, o mencionada, Los cuatrocientos golpes sigue siendo un punto ineludible de la revolución cinematográfica de los años sesenta del pasado siglo, un trabajo preciso de puesta en escena, biografía sublimada, y trabajo con la cámara. Una película de crecimiento, de madurez, de libertad, que aborda de manera magistral esa edad compleja de la infancia tardía, cuando el niño ya no es niño, pero tampoco es adulto, ni tan siquiera adolescente. Volver a ella es también volver a nuestras carreras por la playa y la sensación de libertad y crecimiento. Y al miedo a lo desconocido. Antoine Doinel, ¿qué fue de ti? GdPA

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