Doble sesión del festival márgenes dedicada a un otro cine latinoamericano que no se ajusta a lo que demandan los consumidores europeos (léase: pornomiseria, violencia, drogas, y, en general, esa imagen de Latinoamérica como un lugar indómito, empobrecido, y peligroso) sino que busca nuevas maneras de representar y construir su identidad a través de las imágenes. Microbús es la opera prima del jovencísimo realizador peruano Alejandro Small, uno de los valores en alza de una cinematografía en alza, que se centra en la vida de un grupo de amigos de clase media burguesa en los últimos días de verano en Lima. Una película de deslumbrante fotografía y un trabajo con el tiempo y las actuaciones que apuntan mucho más allá de la superficie aparentemente intrascendente. Junto a ella, El corral y el viento, una película boliviana (y no hay contradicción en esos términos) producida por la compañía Socavón Cine, quizás la única empeñada en sacar a Bolivia del agujero negro cultural en el que se encuentra. En ella, el realizador se enfrenta a sus propios orígenes, y los enfrenta a ellos a su cámara, con la que intentará entender quiénes son esos que dicen ser su familia, y quién es él, que se esconde tras una cámara. Sin la mirada folcklorica de los documentales sobre usos y costumbres indígenas, sin la compasión, sin la idealización, Miguel Hilari compone un trabajo entre la etnografía y la autobiografía en la que todo está en movimiento. GdPA

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