No deja de ser paradójico (aunque tenga toda la lógica del mundo) que una película basada en lo fantástico, en lo irreal, en lo imposible como esta obra magna de Vittorio de Sica, sea a la vez considerada una de las películas esenciales del Neorrealismo italiano, aquel movimiento que buscó sacar las cámaras a la calle y retratar a través de la ficción lo que el cine conservador, reaccionario y de estudio, se negaba a filmar. Los historiadores de cine Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo se refieren así a la película: “Está preñada de humor literario, cargado de ternura y de sentido de la observación y también de humor cinematográfico, de espectador perspicaz de las pelícuals de la Keystone, de Chaplin Keaton o Charlie Langdon. Junto a esta herencia del slapstick, otras más graves, como las referencias al cine soviético, aunque no tanto el cine político de pura propaganda sino las sátiras anticapitalistas de Boris Barnet o la fábula sobre la felicidad de Aleksandr Medvedkin”. GdPA

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