Santiago Mitre, uno de los cineastas argentinos más interesantes, autor de una película compleja como El estudiante, realizada de forma casi artesanal, y que resultó convertirse en un auténtico éxito, tanto entre la crítica como entre el público, sobre el idealismo, el poder, las traiciones y el paso del tiempo, volvió al cine con Paulina (La patota), que él mismo definió en una entrevista con Diego Battle como “una película sobre cómo sostener las convicciones, aunque puedan ser extremas, contradictorias e incómodas”. En el fondo, una nueva vuelta de tuerca a los temas que Mitre ya había abordado en El estudiante, pero esta vez centrándose en una mujer que ha decidido abandonar su promisoria carrera judicial (abogada con doctorado) para embarcarse en un proyecto como maestra rural en la zona más profunda y desfavorecida de Misiones para dictar unos talleres de formación política. Al igual que hacía Mitre en El estudiante, La patota tiene la habilidad de poner al límite al espectador, ante unos conflictos que nunca se resuelven de manera esperada, y que fuerzan sus convicciones polacas y éticas. GdPA

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