Capaz de filmar los ritmos de la naturaleza y sus efectos sobre los hombres como pocos, el cineasta lituano Sharunas Bartas es capaz de transformar un elemento como el agua en expresión artística en movimiento. En Peace to Us in Our Dreams, Bartas regresa, cinco años después de Indigène d’Eurasie, delante y detrás de cámara. Como intérprete, desarrolla un papel en el que parece ser un sobreviviente de una depresión. Su novia, que bien podría ser su hija, en pleno concierto deja de tocar el violín, instrumento que domina enteramente, y desaparece. Ella también está en crisis. Por otra parte, la hija del personaje de Bartas, una adolescente, está dolida por la muerte de su madre. Un pie de página: la aparición fantasmal de la fallecida Yekaterina Goluveba, alguna vez pareja del director, a través de algunas películas domésticas en el papel de la madre, es un plus extradiegético que resulta imposible no procesar como una elegía tardía. Y es que no es otra cosa que el ominoso y poético regreso de un muerto, decisión misteriosa y orgánica en la propia lógica del film.

No pasan muchas cosas en Peace to Us in Our Dreams, más allá de unos cazadores que irrumpen en el área en donde el padre, su mujer y su hija van a descansar unos días. La naturaleza es sublime: un lago de aguas tranquilas, un bosque frondoso. La interacción con algunos vecinos oscila entre lo ridículo y lo edificante. El tema de fondo filosófico es la relación que todo sujeto establece con el deseo, cifrado aquí en el concepto de sueño. Hay una conversación hermosa entre el padre y la hija al respecto, un pasaje verdaderamente inspirado. Luego, en una escena similar, se repetirá una conversación con su pareja, momento que parece un remake innecesario de la escena anterior, aunque no deja de transmitir alguna cuestión edípica en el vínculo. Peace to Us in Our Dreams es un buen regreso de Bartas, a pesar de algunos apuntes de sordidez innecesarios. Está lejos de sus películas sobresalientes como Koridorius y Freedom, pero es una señal de que se pueden seguir esperando buenas noticias cuando se oye el nombre del lituano.