Un impúdico retrato de una joven narcisista atrapada entre una dolorosa ruptura sentimental y el surgimiento de un nuevo objeto de deseo, People That Are Not Me lo tenía todo para convertirse en otro estilizado autorretrato millenial sobre el desamparo sentimental y la inmadurez crónica. Sin embargo, Hadas Ben Aroya consigue esquivar los cantos de sirena del cine pop para entregarse al verdadero exceso. Una desmesura que poco tiene que ver con los continuos desnudos de la protagonista y mucho más con el modo en que se prolongan las secuencias del film, demostración de la incapacidad de Ben Aroya para dejar de observar a sus criaturas, una persistencia de la mirada que la emparenta con John Cassavetes. Hay pocos jóvenes directores actuales que, como Ben Aroya, sean capaces de “estar con” sus criaturas de un modo tan comprometido y al mismo tiempo tan poco posesivo. Una cercanía física y espiritual con los personajes que desemboca en un film tocado por la incertidumbre narrativa y la inteligencia formal. Más que en sus efectivos gags humorísticos y en el retrato de una generación de artistas que no pueden vivir del arte, la fuerza de People That Are Not Me radica en las proximidades y distancias entre los protagonistas, cuando no en su aislamiento. Manu Yáñez

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