Con una vocación abiertamente vanguardista, el cineasta y escritor gallego Alberte Pagan nos propone un trepidante viaje que arranca en el interior del cuerpo humano y nos lleva hasta el espacio exterior, pasando por las imágenes producidas por la sociedad de consumo y por la inmoralidad humana (violencia por y contra hombres y mujeres). Y todo esto antes de que se estrenara El árbol de la vida de Malick. Durante 24 hipnóticos minutos, Pagán conduce al espectador por una montaña rusa conceptual en la que cada episodio está diseñado para invocar pulsiones sensoriales: de la belleza sublime de los cuerpos celestes al efecto anestésico del lenguaje publicitario, de la velocidad del espíritu a la velocidad del mercado, del ser al consumir. Y de fondo: un lamento, una elegía y un llamamiento a la toma de conciencia. La película despunta en el fragmento donde se aborda la imagen publicitaria, fragmentada aquí en partículas microscópicas encadenadas en un torbellino de rostros, marcas y sonrisas falsas: una agresiva deconstrucción de la vacuidad que golpea nuestro mundo. Manu Yáñez

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