(Imagen de cabecera: Hideous de Yann González)

Víctor Paz (Curtocircuíto, Santiago de Compostela)

En Curtocircuíto 2022, el premio del público de la sección Radar –centrada en obras con un carácter narrativo o figurativo, aunque para nada convencional– recayó en Hideous de Yann González, una cinta que bebe de la tradición de musicales pop como Tommy (Ken Russell, 1975) o Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001), en el sentido en que rompe con las convenciones clásicas del género al no confiar en grandes coreografías perfectamente ensayadas ni apostar por un montaje que procure la continuidad. Los nombres citados conectan también con su temática queer. Hideous nace del encuentro entre Gonzalez y el artista Oliver Sim, parte de The XX, quien en su último disco en solitario, Hideous Bastard, vuelve a sus recuerdos como joven que creció con sida. La trama, o más bien el setting, gira en torno a una entrevista televisiva en la que el álter ego de Sim en la pantalla-álbum, interpretado por él mismo, repasa su vida. Este dispositivo permite al binomio de cineasta y cantante ofrecer tres temas con estilos diferentes. Partiendo de un onírico y surrealista blanco y negro, terminan con un estallido de color fantasgore muy lúdico y sensorial.

“Constant” de Sasha Litvintseva y Beny Wagner.

Por su parte, en la sección Explora, dedicada a las propuestas más rompedoras la película que nos pareció más redonda fue Constant de la rusa Sasha Litvintseva y el alemán Beny Wagner, que se presenta como un documental didáctico, a la par que lleno de recursos,sobre la historia social y política de la medición. En él se indica cómo durante mucho tiempo el cuerpo humano fue la referencia espacial. La explotación de la tierra en la Europa moderna obligó a precisar más para dividir parcelas. Después llegó el sistema métrico en la Revolución Francesa, mientras que, hoy en día, la velocidad a la que viaja la luz podría ser el nuevo estándar. El film no solo ofrece un desarrollo milimétricamente trazado de este recorrido, a tenor de una concienzuda investigación que apunta ciertos intereses de control político en estos sistemas de medición, sino que adapta su discurso fílmico a cada una de estas fases de un modo muy singular. Para la agrimensura usa travellings con gran angular, siguiendo a algunas de las personas que trabajan la tierra. Esto provoca que la inmensidad del paisaje se abra ante nuestros ojos. Incluso usa contenidos planos con dron, recurso gratuito en buena parte del cine contemporáneo, que aquí funciona como un verdadero registro aéreo de medición.

Para contar cómo se estableció el metro, ya que dos astrónomos viajaron en direcciones opuestas desde París para obtener la diferencia de latitud entre Dunquerque y Barcelona, Litvintseva y Wagner crean un efecto distorsionador tan singular como adecuado. Con ambos científicos interpretados por actores en el mismo plano, generan una especie de tubo visual donde cada uno de ellos camina de forma incansable en esquinas separadas del cuadro, sin que nunca lleguen a tocarse. La imagen acaba por parecerse a un globo terráqueo que gira hasta el infinito. Otra parte del corto tiene lugar en una sala de reuniones en la que los directores conversan con un grupo de físicos de una importante institución sobre la medición subatómica. Al no habérseles permitido grabar ese encuentro, ni ser posible representar con imágenes que puedan registrarse los conceptos que discuten, los realizadores deciden usar la animación point cloud, lo que genera una suerte de evanescencia de los cuerpos que los vuelve casi inmateriales. Sin duda, un filme tan original en sus formas como rico en su contenido.

“Amarillo atlántico” de Carla Andrade.

Por último, en la sección Planeta GZ –con la que el festival gallego apoya el cine propio–, destacó Amarillo atlántico, en la que Carla Andrade parte del texto De Correctione Resticorum, escrito a mediados del siglo VI por San Martín de Braga, ciudad que hoy es parte de Portugal, aunque en aquel momento estaba integrada en un único reino: Gallaecia. En el texto, el obispo y teólogo explicaba los hallazgos realizados sobre la mitología local en su misión evangelizadora. Usando extractos de este texto en pantalla, la directora indaga en el mismo territorio 1500 años después, yendo a registrar lo que queda de esta civilización en la Serra da Groba, la costa más meridional y recta de Galicia. En ella se encuentra un granito muy particular, conocido como amarillo atlántico. La pieza combina a través de disoluciones en el mismo plano imágenes fijas con otras en movimiento, tanto en blanco y negro como en color, demostrando una vez más que Andrade es ante todo una inmejorable fotógrafa. La propia materialidad del celuloide, con la que se juega en la posproducción, ciertos sonidos intensificados y nada naturalistas, y una aproximación estética cercana a los flous de los orígenes de las instantáneas, con paisajes nebulosos y llenos de misterio, acercan el filme a lo telúrico.