Un equipo de 150 personas trabajó durante seis meses en California en la construcción de este pueblo minero de Gales. El director quería rodar en la auténtica Gales, pero la Segunda Guerra Mundial se lo impidió, de tal manera que se vio obligado a trabajar en un estudio de Hollywood. Eso motivó, además, la elección de la fotografía en blanco y negro, dado que los colores de la soleada California no encajaban con el espíritu del lugar en el que se desarrolla la acción. Tercer Óscar para Ford como director, en esta ocasión batiendo nada menos que a Orson Welles y su Ciudadano Kane. De nuevo, la familia y la nostalgia por una forma de vida desaparecida sirven al director para regalarnos un magistral melodrama, atravesado por los recuerdos de un joven que se dispone a abandonar el pueblo minero donde creció y en el que su familia ha trabajado muy duro durante años.

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