(Imagen de cabecera: Landscapes of Resistance de Marta Popidova)

Iker Zabala (Zinebi, Bilbao)

Incluida en la sección Beautiful Docs del festival Zinebi, Landscapes of Resistance (Pejzazi otpora) de la serbia Marta Popidova aborda, desde el respeto y la admiración, la historia de la partisana y combatiente comunista serbia Sonja Vujanovic, quién rememora en primera persona sus años de juventud y sus vivencias hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, un periodo de destierro, muerte de seres queridos, detenciones, torturas y campos de concentración. Con el cuerpo ya debilitado, Sonja cuenta su historia a su nieta, Ana Vujanovic, que figura como coguionista del film, y la pareja de ésta, Popidova. Planteada como un ejercicio de transmisión intergeneracional, Landscapes of Resistance construye un puente entre las vivencias de Sonja y la conciencia activista de la pareja que recoge el testimonio. De hecho, la directora y la coguionista escriben unas cartas que, leídas cronológicamente, dan cuenta del impacto que tienen los testimonios de Sonja en la implicación de las jóvenes en la lucha contra la homofobia y en favor de la acogida de inmigrantes por parte de Europa.

Construido enteramente con imágenes filmadas por Popidova, sin recurrir al archivo, el documental se afianza, a nivel ético y estético, sobre el rostro de Sonja, que exhibe una entereza encomiable en el relato de penurias y congojas. Un relato pretérito que encuentra su transposición poética en unas imágenes articuladas en presente: cuando Sonja recuerda cómo se escondía su grupo de partisanos en los bosques, la película se sumerge en una arboleda. En ocasiones, Landscapes of Resistance encuentra acomodo en planos detalle que tienden a la abstracción y que propician momentos de gran belleza, como el pasaje en el que Sonja cuenta cómo mató, en un tiroteo, a un agente alemán de las SS («No es tan fácil matar a alguien…»), un relato trágico que invita a Popidova a pegar la cámara a la “piel” árida y amarronada de una muñeca.

Estas imágenes evocadoras se encadenan unas a otras mediante fundidos, como si se tratara de los eslabones de un entramado que conforma la historia vital de Sonja. Este ensamblaje de imágenes se produce de forma lenta; los planos coexisten en pantalla durante varios segundos, incrementando la extrañeza del encuadre. Esta tendencia a la superposición se lleva al extremo en momentos de gran dramatismo, como en el episodio donde se narra la muerte del marido de Sonja, en el que se solapan hasta cinco planos en el encuadre, engendrando una imagen sobrecargada que nos sitúa en territorios prácticamente experimentales.

«FREIZEIT or: The Opposite of Doing Nothing» (2021) de Caroline Pitzel.

En Landscapes of Resistance, la protagonista anuncia que “la resistencia buscará nuevos espacios y nuevos cuerpos…”. Un reclamo de persistencia en la lucha contra la sinrazón al que responde FREIZEIT or: The Opposite of Doing Nothing (2021), ópera prima de Caroline Pitzel, presentada en la sección ZIFF Zinebi Firt Film. Esta es la historia de cinco jóvenes que, en el Berlín actual, intentan dotar de sentido y coherencia a su activismo de corte progresista. En palabras de Pitzel, estamos ante “una reconstrucción” y no un documental: los protagonistas son jóvenes que practican el activismo político en su vida real, pero la película cuenta con un guion trabajado durante meses (una metodología que remite al cine de Peter Watkins). En todo caso, pese a la planificación, el film descarta echar mano de una dramaturgia convencional y apuesta por situar la palabra en el centro de la representación. Los jóvenes planean acciones de protesta relacionadas con la educación, el acceso a la vivienda, el sexismo o la gentrificación, pero nunca les vemos llevarlas a cabo.

Pitzen apuesta por la austeridad visual en el retrato de sus protagonistas: rehúye el montaje y deja fluir los diálogos en distanciados planos secuencia. Un sistema que alcanza su cenit en la filmación de la conversación entre dos chicas en torno al acoso sexista. La imagen fija excede los 6 minutos, una estrategia que, según contó Pitzen en el coloquio posterior a la proyección en Zinebi, facilita que el espectador pueda reconstruir en su mente lo narrado. En este sentido, FREIZEIT… elude solo parcialmente las trabas impuestas por la homogeneidad y la condición unidimensional de sus personajes, pues todos ellos comparten un fondo ideológico similar. Consciente de ello, Pitzen procura singularizar a sus personajes mediante el retrato de su cotidianidad en unos pasajes más sensoriales que conversacionales. Así es como la película medita sobre lo grupal y lo individual. Una idea que se desarrollará visualmente en una secuencia de discoteca en la que se suceden, en la misma escala de plano medio, una decena de jóvenes que bailan de forma libre. Así germina la idea de un colectivo formado de diversas individualidades.

Ante todo, Pitzen pretende fijar la imagen de unos personajes conscientes de que el incorformismo está apegado precisamente a su juventud. “No quiero terminar como los jóvenes idealistas de los años 80” repiten los personajes en varios pasajes, evidenciando el desarraigo con respecto a generaciones previas. ¿Significa esto que reniegan del pasado como fuente de conocimiento? Rotundamente no. Los personajes comprenden que la experiencia del pasado es determinante para entender el presente. De hecho, una de las últimas secuencias del film reúne a los cinco jóvenes protagonistas en un sofá, desde donde ven la película Kuhle Wampe (1932) de Slatan Dudow, una obra de fuerte talante inconformista. El pasado se refleja en el presente, generando nuevos espacios de resistencia, tal como reclamaba Sonja Vujanovic, la veterana protagonista de Landscapes of Resistance.