Bernardo Bertolucci sorprendió a propios y extraños entregando, como presidente del jurado, el León de Oro de Venecia de 2013 a este documental observacional que se acerca a la intimidad de los vecinos de la autopista que circunvala Roma. De vocación humilde, paso sereno y acabado redondo, pocas cosas se le pueden reprochar a este fresco de una sociedad marginal y abandonada. Es cierto que, por momentos, parece que el director Gianfranco Rosi se regodee en la cara pintoresca de algunos personajes excéntricos, pero el documentalista consigue establecer una distancia desde la cual observar a sus criaturas con pudor y respeto. En un determinado moment, la película formula una metáfora algo evidente sobre la crisis de un universo en decadencia –unas plantas son carcomidas por una plaga de insectos–, pero en conjunto las preguntas superan en número a las respuestas. A la postre, Rosi elabora un “documental de creación” que se alinea con trabajos bien conocidos para la cinefilia española, como En construcción de José Luis Guerín o La plaga de Neus Ballús. MY

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