Página web de Márgenes, Festival de Cine Independiente de Madrid (16-21 de noviembre)

ELES TRANSPORTAN A MORTE. Helena Girón y Samuel M. Delgado | España, Colombia | 2021 | 75 min.

Eles transportan a morte, el primer largometraje de la dupla formada por la gallega Helena Girón y el canario Samuel M. Delgado ahonda en las profundidades de la Historia en busca del origen de los males que atenazan, hoy en día, a la sociedad española: el enquistamiento de una violencia de corte patriarcal, la tentación de la desmemoria y la desatención al mundo de la cultura en favor de una perpetuación de los discursos triunfalistas propugnados por nuestra Historia oficial. Para articular este cuestionamiento crítico del presente, Girón y Delgado se remontan hasta uno de los puntales históricos del imaginario hispano: la conquista de América a manos de Cristóbal Colón. Un mito, el de la expedición del Conquistador, con su tripleta de carabelas, que Eles transportan… despoja de toda épica para revelar una suerte de naturaleza criminal. La película comienza cuando un trío de hombres se lanza a las aguas para rescatar una vela desprendida de una de las embarcaciones. Convertidos en náufragos, con la vela como estandarte putrefacto, los tres hombres deambulan por las áridas tierras canarias como los testimonios fantasmagóricos de un pasado en el que no hay lugar para el honor.

En términos fílmicos, el rocoso y escarpado viaje de estos hombres –dos gallegos y un canario– trae a la memoria una serie de westerns itinerantes que, desde el mundo latino y el anglosajón, han propuesto una reescritura crítica de los mitos fundacionales de diferentes “imperios”, desde Dead Man de Jim Jarmusch a Blanco en blanco de Théo Court, pasando por la Jauja de Lisandro Alonso. Como ocurre en estos nobles referentes, el film de Girón y Delgado se expresa tanto a través de elocuentes palabras –guiadas aquí por el pensamiento antiimperialista y anticolonialista de Jules Michelet y Margarite Duras– como sobre todo mediante imágenes forjadas en la frontera entre lo físico y lo atmosférico. La memoria obstinada de los olvidados deviene la materia central de Eles transportan… Aquí, como en los cortometrajes previos de Girón y Delgado, el trabajo con un maltrecho celuloide de 16mm fulgura como un gesto político. El temblor rasgado del celuloide envejecido, caducado, se hermana con la celebración de la dignidad incorruptible de unas figuras femeninas que aparecen bien avanzado el film, mujeres que, en la era de la Conquista, debieron cargar con acusaciones de brujería y que se convirtieron en la última línea de defensa contra el genocidio cultural impuesto por el Imperio.

La inventiva visual, la coherencia conceptual y el ímpetu transgresor del que hacen gala Girón y Delgado resulta remarcable. Para evocar la cara terrorífica de la empresa de Colón, la pareja de cineastas tiñe de azul-muerte unas imágenes de Alba de América (1951) –la crónica exaltada de la peripecia del Conquistador que perpetró Juan de Orduña en 1951–, subvirtiendo su sentido original (una apropiación del material de archivo que maravillaría a Pietro Marcello). Mientras que unas imágenes de la erupción del volcán Teneguía de La Palma (filmadas por José Antonio Vías Torres en 1971) formulan una suerte de rugido terráqueo, y muy herzoguiano, en contra de las injusticias de los hombres. Así resuena esta película-exhorto que, con la autoridad que le confiere su fuerza poética y espectral, exige la relectura crítica de un pasado amenazado por la desmemoria. Manu Yáñez

DIARIOS DE OTSOGA. Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes | Portugal | 2021 | 102 min.

Crista (Crista Alfaiate), Carloto (Carloto Cotta) y João (João Nunes Monteiro) bailan, riegan las plantas, andan en bicicleta, recogen frutas, interactúan con unos perros, se meten a una piscina, desayunan, andan en tractor, alimentan a los animales, luchan contra los insectos y construyen un invernadero para mariposas en el jardín… Actividades cotidianas que se pueden realizar en una granja en pleno verano. Sin embargo, Diários de Otsoga no es lo que parece. Arranca un día 22 e irá retrocediendo en el tiempo para (de)mostrarnos que en realidad es un making of, un diario de rodaje, un ensayo sobre el cine dentro del cine. En efecto, pronto entrará en escena el propio Miguel Gomes y luego su codirectora (y pareja en la vida real) Maureen Fazendeiro, que además está embarazada. Crista, Carloto y João son los intérpretes de la ficción dentro de la ficción y, como todos actores, le hacen planteos a Gomes porque no están conformes con el rumbo del rodaje, porque los personajes no están bien desarrollados. Al realizador portugués esas discusiones de equipo parecen aburrirlo bastante.

Hay buenos momentos de comedia y un interesante registro sobre cómo es rodar en pandemia (se hacen explícitos los protocolos de la Film Comission de Portugal y se discuten algunas decisiones personales que ponen en riesgo la burbuja grupal y obligan a modificar ciertos aspectos el rodaje), pero más allá de la bella impronta veraniega y de las miserias de toda troupe artística, Diários de Otsoga surge como un trabajo algo menor en comparación con otros largometrajes de Gomes. Estamos ante un film rodado durante los poco más de 20 días a los que van aludiendo los carteles en pantalla (22, 21, 20 y así hasta llegar a la jornada inicial), con múltiples restricciones por el Coronavirus y con un espíritu urgente, experimental y lúdico que se agradece, pero cuyo resultado final queda bastante lejos de las cimas artísticas de Miguel Gomes. Diego Batlle

ESPÍRITU SAGRADO. Chema García Ibarra | España, Francia, Turquía | 2021 | 97 min.

En un inquietante pasaje de la hilarante Espíritu sagrado –primer largometraje del ilicitano Chema García Ibarra–, un personaje afirma que “el cuerpo es de usar y tirar”. Un arrebato místico, sostenido sobre una fe ciega en una metafísica ufológica, que alumbra las tensiones internas de una película abocada a un ritualismo pagano, capaz de aunar un cine de gestos locuaces y un manierismo al borde del kitsch. Afianzada en un imposible cruce de caminos, pero inmunizada contra las formas del pastiche posmoderno gracias a su apego a sus escenarios (reales) y sus personajes, Espíritu sagrado imbrica la comedia costumbrista y la crónica negra, y las envuelve en un aura enrarecida, en los límites de la ciencia ficción. Nada nuevo en la obra de García Ibarra, cuyos cortometrajes, de El ataque de los robots de Nebulosa-5 Leyenda dorada, se perfilaban como la apoteosis de la ensalada mixta fílmica, el plato combinado cinematográfico. En este sentido, Espíritu sagrado se perfila como el salto mortal, y al vacío, de un autor incorruptible, que dirige su mirada irreverente a la realidad la del barrio obrero de Carrús, en su Elche natal. Una realidad que García Ibarra presenta filtrada por un extrañamiento petrificado, en un enclave recóndito entre los universos de Aki Kaurismäki y los hermanos Coen, allí donde la singularidad puede celebrarse sin caer en la idealización o el sentimentalismo. Manu Yáñez

EL GRAN MOVIMIENTO. Kiro Russo | Bolivia, Francia, Qatar, Suiza | 2021 | 85 min.

Todo comienza con una imponente panorámica de La Paz con sus construcciones a puro cemento, piedra y ladrillo, sin siquiera una mancha verde a la vista. El zoom nos permite identificar luego un barrio, más tarde un edificio en construcción y le sigue un paneo por ventanas de diversos departamentos. El tráfico, el ruido, pósteres rotos, el teleférico que conduce a El Alto… Ese inicio que va de lo general a los detalles se presenta como un documental deforme, una sinfonía distorsionada. De pronto, nos topamos con una protesta de mineros de la ciudad de Huanuni que exigen mejores condiciones de trabajo, entre los que divisamos a Elder Mamani (Julio César Ticona), uno de los personajes de Viejo calavera, la anterior película de Kiro Russo. Elder será uno de los protagonistas de El gran movimiento junto a un vagabundo llamado Max (Max Eduardo Bautista Uchasara) y luego encontraremos a otros personajes como Gallo (Israel Hurtado), Gato (Gustavo Milán Ticona) y la encantadora Mama Pancha (Francisca Arce de Aro). Porque la película podrá tener en principio una impronta documental a la hora de explorar las contradicciones, la arquitectura y los cambios socioeconómicos de esa ciudad tan particular que se erige a 3.600 metros, pero también tiene personajes que la recorren.

Elder va al médico a hacerse estudios, los personajes –típicos antihéroes queribles– regatean precios, bailan en una discoteca, consiguen trabajos precarios cargando cosas en uno de los tantos mercados atestados de gente, beben y beben, duermen donde pueden… Cuando la película parece estacionada en su deriva y su realismo, de pronto empieza a adquirir una dimensión fantástica. Elder cae enfermo. Una tormenta épica. Un delirante número musical. Russo nos sumerge en un ambiente que ya no nos resulta tan reconocible con un look muy particular, casi vintage, conseguido con una cámara de Súper 16mm en los meses previos a la pandemia. Una imagen difusa y granulada para unos personajes y una ciudad que parecen perdidos tanto en el tiempo como dentro de la geografía occidental. El cine de Russo sigue llevándonos por universos únicos y fascinantes. Diego Batlle

AZOR. Andreas Fontana | Argentina, Suiza | 2021 | 100 min.

Suizo de nacimiento, pero radicado durante un tiempo en Buenos Aires, Andreas Fontana parece haber unido ambos mundos en su ópera prima, Azor. El film se centra en las desventuras de Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione), un poderoso banquero que llega con cobertura diplomática a la Argentina en plena dictadura militar (fines de 1980) junto a su esposa Inés (Stéphanie Cléau) en busca de su socio René Keys, misteriosamente desaparecido. Los financieros han hecho multimillonarios negocios lícitos y de los otros con distintos referentes de la clase alta porteña (desde empresarios hasta militares y prelados), pero hay algo oscuro en la historia de Keys.

Dividido en cinco partes (La gira del camello, Las visitas, Un duelo, La gala y Lázaro), este guion en el que colaboró Mariano Llinás expone el clima siniestro de la época sin excesos ni subrayados (muy buena la fotografía del rumano Gabriel Sandru). Una historia de complicidades, ilícitos, secretos y mentiras que por momentos recuerda a la descripción social de Rojo, de Benjamín Naishtat. La narración por momentos titubea un poco, pero encuentra un desenlace implacable y digno de la literatura de Joseph Conrad: un viaje al corazón de las tinieblas. Diego Batlle

SIS DIES CORRENTS. Neus Ballús | España | 2021 | 85 min.

Aprovechando uno de los varios momentos de reposo que ofrece la narración de Sis dies corrents, el personaje de Mohamed (a quien da vida Mohamed Mellali) rememora el modo en que, en Marruecos, su país natal, disfrutaba mirando, desde su hogar, los pequeños retazos de intimidad que ofrecían las ventanas y balcones de sus vecinos. Queda claro, tanto por su manera de explicarse –a través de una voz en off–, como por su actitud, que no había voluntad invasiva en aquel gesto voyeurista. En la mirada de Mohamed predomina el inocente y puro deseo de conectar con el otro. Y así es precisamente como avanza el nuevo largometraje de Neus Ballús, con la cuenta de seis jornadas (una semana laboral más un día de supuesto descanso) que deberán marcar el destino más inmediato del marroquí.

El hombre vive ahora en Barcelona; en su periferia, para ser más exactos. Como si se tratara de una ficción telenovelesca (en lo que cabe interpretar como una señal del tono cercano que adopta el film), la directora catalana utiliza, en más de una ocasión, la misma toma general urbana para concretar la transición entre escenas, y evidentemente para acabar de situarnos en el espacio. Tras la peculiar “escapada” que supuso El viaje de Marta (Staff Only), Ballús vuelve a unos territorios y a una disposición de personajes similar a los de La plagaSis dies corrents –es decir, “seis días corrientes”– vuelve a poner el foco en personajes que, a causa de su aspecto, procedencia o carácter, pueden quedar relegados a la categoría de “marginales”, pero sin los cuales no puede entenderse la nueva identidad catalana (y por extensión, española y europea). Historias de nuestro propio “melting pot”, fraguadas en catalán, castellano y árabe; ubicadas en escenarios que nos hablan de luchas contra los elementos, pero también de la comodidad del privilegio.

Mohamed afronta un período de prueba de una semana para ser contratado (o no) por una pequeña empresa de reparaciones hogareñas. Los jueces en este examen laboral serán sus compañeros de trabajo: Pep (Pep Sarrà) y Valero (Valero Escolar). El reparto, fundido en el efecto “as themselves”, funciona como una declaración de intenciones con respecto a la fusión entre realidad y ficción en que se instala la película. Personas y personajes comparten piel en una puesta en escena que remite al cine documental, aunque la banda sonora se ocupa de disipar las malas vibraciones que podrían impregnar el relato.

En Sis dies corrents, se muestran las tensiones (culturales, sociales, profesionales…) que a menudo marcan la cotidianidad de la clase trabajadora, pero nunca se percibe un regocijo en la hostilidad de las situaciones. Aunque se anuncie tormenta, el verdadero interés de Ballús es captar los momentos posteriores a dicha tempestad, aquellos en los que, a pesar de todo, reina el entendimiento, la voluntad compartida de dejar de lado las diferencias y abrazar aquello que nos hermana. Víctor Esquirol