David Fincher sorprendió a propios y a extraños cuando después de haber sentado las bases de un nuevo thriller con Se7en optó por realizar después una película similar en las formas pero con un contenido mucho más lúdico. The Game, que podría haberse traducido como El Juego pero también como La Presa, parte de uno de esos exitosos protagonistas del Hollywood de los ochenta —un empresario en la cima del mundo encarnado por un Michael Douglas totalmente auto consciente de su propia imagen— para introducirlo en una cacería donde se cuestionará tanto su sistema de valores como el propio capitalismo (que, para él, en cierto modo, vienen a ser lo mismo). Si en Se7en o Alien 3 la tensión venía de la mano de la tragedia, aquí todo parte de la máscara de esa misma tragedia. The Game es, pues, un juego, pero uno sobre la representación. Tal vez precisamente por eso, es una de las películas de esa fase noventera de Fincher que mejor han envejecido: al contrario de otros discursos —valiosos pero un tanto más explícitos— como el de El club de la lucha, aquí hay alguien detrás de la cámara que mira al vacío más para divertirse que para marcar sentencia. ER

Programación completa del cine Phenomena