La nueva película de Steven Soderbergh podría verse como la perfecta conjunción de los numerosos registros explorados por el inquieto cineasta estadounidense a lo largo de su carrera. De partida, en The Laundromat: Dinero sucio (una producción de Netflix), hallamos el perenne interés de Soderbergh por sacar a la luz pública el efecto lacerante de diversas lacras sociales: aquí se aborda la desfachatez con la que las grandes fortunas esquivan sus responsabilidades fiscales echando mano de la ingeniería financiera, del mismo modo que Traffic estudiaba el tráfico de drogas, Erin Brockovich las malas praxis de las corporaciones y la reciente High Flying Bird el precario rol de la América negra en la industria del espectáculo deportivo. En el caso de The Laundromat, la denuncia se articula a través de la sátira más descarada, un tono que Soderbergh ya exploró en El soplón y que sobrevuela sus comedias más frívolas (pienso en la saga de los Ocean Eleven). Y, por último, lo nuevo del cineasta norteamericano se presenta como un fragmentario collage que se ramifica en la esfera internacional, una estrategia que ya resplandecía en Contagio, que a su vez comparte con The Laundromat su carácter “procesual”. Manu Yáñez

Ver The laundromat en NETFLIX