La película, primera cinta en acción real dirigida por el animador Yeon Sang-ho, encierra a varios protagonistas en un tren rodeado e inundado por un apocalipsis zombie. Y es precisamente en esa descripción del escenario donde encontramos su mayor aliciente: en las ideas que el coreano tiene para plasmar en el espacio la aventura. A medio camino entre la nueva hornada de películas dedicadas a los no-vivos (y no-muertos) y el cine hollywoodiense de catástrofes de los setenta, Train to Busan es un divertimento repleto de buenas ideas de guión (por ejemplo el uso que los supervivientes hacen de la tecnología móvil y el google maps para avanzar por los vagones) si bien también peca de un esquematismo a la hora de trazar las relaciones entre sus protagonistas que lastra un poco el resultado final. En cualquier caso, Train to Busan ofrece secuencias insólitas en el cine de zombies: desde el primer ataque al último hay alguien detrás de la cámara con un mimo y un talento innegable para situar y explotar su claustrofóbico escenario. Endika Rey

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