Ya lo hemos dicho en esta sección alguna vez, y lo seguiremos repitiendo: Alfred Hitchcock sigue siendo conocido, quizás erróneamente, como el rey del suspense, cuando debería pasar a la historia como uno de los grandes creadores de formas audiovisuales, un cineasta para el que la historia, hasta cierto punto, no era sino el punto de partida para la creación de un lenguaje audiovisual que fuera más allá de la simple narración. El caso de Vértigo, película que no en vano fascinó a Chris Marker, es paradigmático: un visionado atento revela la complejidad de la composición, la riqueza de ideas por plano, la capacidad de Hitchcock para construir visualmente ideas complejas sin necesidad de formular ni una palabra. Enigmática como el primer día, no nos equivocamos si decimos que es una auténtica obra maestra. Pero mejor, escuchemos lo que tiene que decir Éric Rohmer:Las ideas y las formas llevan el mismo camino y, puesto que la forma es pura, bella, rigurosa, sorprendentemente rica y libre, podemos decir que las películas de Hitchcock, con Vértigo a la cabeza, tienen por objeto las Ideas, en el sentido noble, platónico del término”. GdPA

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