Jaime Lapaz (Festival Americana, Barcelona)

Now my advice for those who die
Declare the pennies on your eyes
‘Cause I’m the taxman
Yeah, I’m the taxman
And you’re working for no one but me

‘Taxman’, The Beatles, Revolver (1966)

Strawberry Mansion llega a la sección NEXT del Americana Film Festival después de pasar por las Noves Visions de Sitges y por el Festival de Sundance; además, está disponible en Filmin del 19 al 20 de marzo. La película, obra de la dupla formada por Kentucky Audler y Albert Birney, podría ser interpretada siguiendo la estela mutante de la obra de The Beatles. Parte de la película encaja con el espíritu de “Taxman”, tema de Revolver, el último álbum de fase más clásica y racional de la banda; pero otra parte del film se desborda hacia el esoterismo y la psicodelia de Magical Mystery Tour y su mítica “Strawberry Fields Forever”. En su vertiente más lógica, Strawberry Mansion especula a partir de una premisa fascinante, como si se tratara de un episodio de Black Mirror de género retro sci-fi: ¿y si los sueños fueran auditables? Los elementos intangibles con los que juega el subconsciente al soñar ahora tienen su propia carga fiscal, y los contribuyentes deben declararlos al Estado. James Preble, interpretado por el mismo Audler, acude a una casita en la campiña para auditar los sueños de Bella, una tierna abuela que se autodefine como “creadora de atmósferas”. Vive al margen de la sociedad, y hace tiempo que no declara las creaciones de su imaginación, guardadas en unos anticuados VHS. Preble sube a un cuarto, se pone un casco de realidad virtual y empieza a contabilizar los centavos que le puede sacar a cada visión. Sueño a sueño, empieza a sumergirse en el mundo onírico de cuando Bella era joven, e igual que si se estuviera enamorando, empieza a verla en todas partes. Onirismo y realidad se hacen indistinguibles, y entonces Strawberry Mansion empieza a volverse psicodélica y reconfortante, como una canción de Magical Mystery Tour, como “Strawberry Fields Forever”.

En estas suaves y acertadas transiciones a la ensoñación, Audler y Birney elaboran una estética a medio camino entre el pragmatismo lúdico-fantástico del Tim Burton de Bitelchús, el imaginario lynchiano y la colorista paleta de Greener Grass de Jocelyn DeBoer y Dawn Luebbe. Los pigmentados efectos especiales son deliberadamente rudimentarios, pero están sostenidos por un orgullo entrañable. En estas fases más seductoras (por libérrimas), la película discurre entre aventuras marinas y terror surrealista, siempre acompasada por las contagiosas emociones invocadas por la banda sonora. Entonces, Strawberry Mansion vuelve a Revolver y a su “Taxman”, y la trama regresa a lo somático y lo tangible. Una historia de conspiraciones familiares (algo forzada) deviene un juego de idas y venidas entre lo onírico y lo real que bebe mucho de ¡Olvídate de mi! de Michel Gondry y Charlie Kauffman. Como si fueran Joel y Clementine, Preble y Bella acuden y huyen de la belleza del mundo de los sueños una y otra vez. Pero donde Kauffman radiografiaba la angustia existencial a partir de un drama romántico, Audler y Birney se zambullen en el regocijo fantástico y la crítica social.

La historia de amor de Strawberry Mansion es un elemento secundario para una película que juega sus cartas más valiosas en el terreno del discurso económico. El cuestionamiento del futuro del capitalismo y del retorcido juego de sugestiones entre anunciantes y consumidores es de lo más mordiente. Como una alegoría más de la deriva hacia el pop-up y el “por un euro más…”, Audler y Birney revelan una estructura social (no tan lejana de la nuestra) para la que usar Adblock no es la verdadera solución, y en la que a los individuos que renuncian al sistema les queda solo una opción: sumergirse en el mundo de los sueños (¿acaso el cine?). Confrontado con esta realidad, el protagonista de Strawberry Mansion sopesa la posibilidad de volver a “cuando los días se extendían entre nosotros como diamantes en un collar”, volver a los campos de fresas a los que cantaba John Lennon, volver a ser feliz.

Let me take you down
‘Cause I’m going to strawberry fields
Nothing is real
And nothing to get hung about
Strawberry fields forever

‘Strawberry Fields Forever’, The Beatles, Magical Mystery Tour (1967)