“Las excusas no se filman”, es una de las máximas del negocio cinematográfico. Sin embargo, teniendo en cuenta que uno de los dos protagonistas de Fast & Furious 7 (A todo gas 7), Paul Walker, murió en pleno rodaje, hay algunos atenuantes para ciertos problemas que aparecen durante esta nueva entrega de la exitosa (y muy divertida) saga automovilística.

Sólo las proezas técnicas de la industria de Hollywood en materia de efectos visuales han permitido maximizar lo poco que Walker había filmado antes de su fatal accidente, aprovechando también tomas descartadas de las películas anteriores y otras nuevas que se hicieron con su hermano gemelo Cody como “doble de cuerpo” e incorporándole luego el rostro de Paul.

Se entiende, por lo tanto, que el personaje de Brian O’Conner (Walker) tenga esta vez menos presencia que en las entregas anteriores, y que sean Dominic Toretto (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) quienes carguen la trama sobre sus espaldas. No se comprende, en cambio, por qué el Hobbs de Dwayne Johnson tiene aportes importantes al comienzo y al final pero desaparece en el resto de la película, ni los motivos para introducir dos villanos en el relato: uno con mucho desarrollo y posibilidad de lucimiento en el terreno físico (encarnado por el gran Jason Statham) y otro que es poco menos que una figura decorativa (Djimon Hounsou).

¿Quiere eso decir que Fast & Furious 7 (A todo gas 7) es una película fallida? Para nada. Simplemente, se nota el “corta y pega”, el pastiche, el collage un poco descuidado, el rompecabezas en el que no todas las piezas encajan. Como compensación tenemos no sólo a Statham sino también a un hilarante Kurt Russell, que parece salido de una película serie B a-lo-Carpenter.

Es cierto que el malayo James Wan (realizador de la notable Expediente Warren: The Conjuring) no es tan virtuoso ni parece comprender del todo la esencia del espectáculo motorizado como sí la llegó a asimilar el taiwanés Justin Lin (responsable de cuatro entregas de la saga), pero lo suyo es más que digno y nos regalar algunas set-pieces (el Ferrari volando entre edificio y edificio de Abu Dhabi) realmente formidables.

Que la película tiene un punto absurdo y ridículo… Sí, y a mucha honra. Que las chicas en bikini o los derroches de chulería de Toretto a esta altura se repiten demasiado, también. Pero para quienes hemos visto (más de una vez) las películas de la saga durante 15 años, todo esto conforma un territorio tan conocido como disfrutable. Verdadero cine popular.

ATENCIÓN: PEQUEÑO SPOILER

Y, aunque por momentos, está demasiado cerca del golpe bajo, uno no puede dejar de llorar durante los últimos cinco minutos concebidos en directo homenaje a Walker. La toma aérea cenital del final con los dos autos yéndose por diferentes caminos tiene un hermoso poder simbólico y lírico. Adiós, Brian…