¿Es posible reforzar la dimensión sacra de una obra de arte mediante la deconstrucción de sus elementos constitutivos? Esa es la idea que hilvana la obra del cineasta francés Andy Guerif, que en sus tres trabajos hasta la fecha –dos cortometrajes y un largometraje Maestà, la Pasión de Cristo, que ahora estrena la Cineteca de Madrid– ha puesto en práctica sendos ejercicios de apropiación. Así, en su primer corto, Why are you running…?, Guerif se atrevió a deconstruir y reconstruir una de las secuencias más célebres de Vértigo, el film de Alfred Hitchcock, mientras que en Cène y Maestà, la Pasión de Cristo, Guérif optó por dar vida al reverso del políptico de Duccio di Buoninsegna, La Maestà. En el caso de Cène, el cineasta se limitó a animar el episodio de La Última Cena, mientras que, en su primer largometraje, Guérif ha llevado a cabo el titánico esfuerzo de recrear todas las escenas que ocupan la parte central del reverso del políptico, dedicado a la Pasión de Cristo.

Antes de ahondar en el extraordinario debut de Guérif, vale la pena exponer algunas de las claves de la obra que le sirve de referencia. La Maestà es el trabajo más respetado de Duccio por los historiadores y amantes de la pintura. Sin embargo, este retablo realizado entre 1308 y 1311 es conocido por su dorso –que ilustra la vida de la Virgen María y la infancia de Cristo–, y no tanto por su reverso, donde se expone la iconografía de la Pasión en la parte central, escenas de la Vida Pública de Cristo en la predela y la Resurrección en la parte inferior. Maestà, la Pasión de Cristo reproduce únicamente los catorce paneles de la parte central, cada uno de los cuales contiene dos episodios distintos, a excepción de dos capítulos –La entrada a Jerusalén y La Crucifixión– que ocupan un panel entero, al ser los más destacados. Guérif recrea un total de veintiséis escenas, una empresa que llevó siete años de trabajo en un estudio, donde la falta de perspectiva en la obra de Duccio se recreó mediante construcciones de madera y el uso de grúas. En este sentido, Maestà, la Pasión de Cristo no es una simple adaptación animada, sino una reproducción milimétrica, pues en cada escena hallamos el número exacto de personajes del célebre retablo del Trecento con las mismas vestiduras u otros elementos que aparecen en los paneles originales.

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Por otro lado, el espectador se enfrenta a la lectura de los veintiséis tableux vivants tal y como la ideó Duccio, en un sentido alternativo a la lectura de viñetas de los cómics occidentales: de la parte inferior izquierda (la Entrada a Jerusalén) a la superior derecha (el Camino de Emaús). Aun así, el film toma como punto de partida la Crucifixión, situada en el centro del políptico, una excepción que Guérif atribuye al hecho de que el ojo humano se dirige primero al corazón del retablo. A continuación, el público asiste a la narración de la Pasión tal como dispuso el maestro del Trecento.

El majestuoso ejercicio de simulación que lleva a cabo Guérif podría compararse con la ejemplar representación del Camino al Calvario de Brueghel en El molino y la cruz de Lech Majewski, o la recreación de los iconos religiosos bizantinos en Meteora de Spiros Stathoulopoulos, o, fuera de la esfera religiosa, la especulación sobre los pensamientos de las mujeres de los lienzos de Edward Hopper en Shirley: Visiones de una realidad de Gustav Deutsch. Sin embargo, Guérif va un paso más allá de sus predecesores ampliando el diálogo entre el movimiento cinético del cine y la estasis pictórica. Maestà, la Pasión de Cristo propone una estratificación temporal inaudita, distinguiendo un tiempo para la imagen y otro para el sonido. Por un lado, la dimensión del mito, representado visualmente a partir de las escenas del El Nuevo Testamento. Por el otro, la esfera extradiegética de la representación, desplegada en la banda de sonido: los diálogos de las escenas sacras son interpretados en un francés muy coloquial por los actores. Mito y realidad, pasado y presente, pintura y cine, dialécticas que cobran nueva vida en este himno a la dimensión más sacra e híbrida del arte.