El mar de El mar nos mira de lejos –título inspirado en un verso de Rafael Alberti– nunca aparecerá ante nosotros, sino que permanecerá en un fuera de campo que opera de manera singular en el debut del español Manuel Muñoz Rivas, donde el mar es algo más que un elemento omnipresente. Esta ópera prima se ocupa de una ciudad mitológica, de la que todavía no se han descubierto sus coordenadas exactas. Únicamente sabemos que se sitúa en alguna parte de Andalucía, y que los griegos accedían a ella cruzando el mar. Cuenta la leyenda que Tartessos fue la primera civilización de Occidente. Según la voz en off de El mar nos mira de lejos, varias expediciones de arqueólogos se han acercado a un pueblo costero español en busca de respuestas. Desengañados, todos han abandonado el lugar días después, tras no encontrar aquello que buscaban.

Sin embargo, esa localidad andaluza que arrebata la fe a todo arqueólogo y explorador no es un lugar despoblado. La zona está habitada por unos pocos hombres, probablemente guardianes inconscientes de ese lugar sacro sumergido bajo las dunas. Un viejo pescador, su ayudante, o la chica de la que está enamorado en secreto este último son algunos de los afortunados portadores del secreto. La cámara de Muñoz Rivas –editor de films como Dead Slow Ahead, Slimane o Arraianos– acompaña a sus personajes en sus cotidianas caminatas por la playa, por el desierto, en alta mar o en el interior de sus casas, tratando de llegar a Tartassos a través de esos parajes. Como si ese pasado milenario tan sólo les perteneciera a quienes lo habitan en el presente.