En el año 2006, apareció en el panorama cinematográfico español un autor gallego, Alberte Pagán, con una película insólita por su forma y por el tema: Bs.As., una suerte de diario experimental sobre la inmigración gallega en Argentina que hacía de sus forma rugosa y casi fantasmal una declaración de intenciones formal, una expresión visual de las heridas producidas por los kilómetros, los años y las distancias. Rodada en MiniDV, Bs.As. abordaba el de por sí inusual tema de la inmigración en forma de díptico: dos mitades como dos orillas, dos relatos como dos memorias, dos acentos, dos sensaciones de no estar nunca, ni aquí ni allá, dos heridas compartidas pero distintas, unidas por un largo epílogo que retrataba un viaje en metro hacia el lugar donde las heridas se hacen silencio y desaparecen las voces pero no el dolor que expresaban.

Aquella película, incluida en el programa D-Generación del Festival de Las Palmas, seminal propuesta que intentaba cartografíar los movimientos descentrados del audiovisual en España, se presentó también a competición en el Festival Punto de Vista, e incluso llegó a ganar el efímero Premi Román Gubern de cinema-assaig, otorgado por la Universidad Autónoma de Barcelona, en una muestra de su carácter más expresivo, indagador y ensayístico que denotativo (el corrector del programa de textos insiste en sustituir “denotativo” por “decorativo”, y no le falta razón: Bs. As. no es una película que decora la memoria, sino que ahonda en las heridas, y se pregunta por la mejor manera de representar la memoria y la separación). Aquella película, decíamos, evacuaba la autoindulgencia y la melancolía tan típicas de los retratos de inmigración, esquivando también la tentación de la poética barata, para trabajar sobre cierta idea de crueldad, al decir de Jaime Pena en un texto publicado en el Diario del 44 Festival Internacional de Cine de Gijón; crueldad, y rudeza, también en un planteamiento estético que hacía de su soporte casero una reivindicación de la imagen impura, o imagen, no como verdad congelada, sino como construcción, relato, aproximación imperfecta a una realidad intangible.

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Desde aquel ya lejano 2006, han pasado diez años, Alberte Pagán ha seguido trabajando de forma incansable como cineasta, aunque de forma más subterránea, y también como crítico y estudioso del cine experimental, manteniendo siempre su vocación de exploración de los límites de las imágenes. A su extensa nómina de trabajos, disponibles de forma gratuita en la plataforma plat.tv, se han sumado esta semana dos nuevos cortometrajes, por el momento accesibles únicamente a través de la web del propio cineasta, agrupados bajo el título conjunto de glitches: A Fundamental Error (2016) y Noite de rodos (2016). Se trata de dos trabajos que continúan algunas de las líneas sobre las que Pagán –interesado por poner en diálogo las formas del vídeo y la tradición experimental más estructural (esa que hace hincapié en el aparato cinematográfico)– ha venido trabajando de alguna manera desde sus inicios: la exploración de la materialidad del cine una vez que ha quedado despojado de cualquier vinculación física con la herencia fotográfica y fotoquímica.

Gran parte de la historia del cine experimental, al menos del estructural, se basa en el trabajo con los diversos elementos que componen el aparato cinematográfico –la camara, el espacio, el tiempo, el movimiento– o el soporte que contiene las imágenes. Con la revolución del video primero, y especialmente con la revolución digital, los conceptos de original (físico) y copia (física) han perdido su vigencia, dado que los originales y las copias son ya física, informática y digitalmente idénticos. Así, el trabajo con el soporte ha dado un enorme salto conceptual. Tomando estas reflexiones como sustrato teórico, el díptico que forman A Fundamental Error y Noite de rodos, que no en vano se titula glitch (el término informático para denominar errores puntuales y pasajeros de programación), trata de encontrar la materialidad de ese cine carente de soporte físico, si es que existe, o si por el contrario es sin más una nube fantasmal de unos y ceros inasibles e indefinibles.

En ambos casos, la propuesta de Pagán pasa por el trabajo con el error informatico, con la deformación digital, fruto de todo tipo de errores de programación, copiado, compresión o duplicado, que vienen a revelar la condición fantasmal pero al mismo tiempo cuasi física del nuevo cine digital: esos errores digitales, pixeles, pérdidas de color, errores de compresión, que deforman la imagen hasta hacerla casi incomprensible, son los equivalentes a las técnicas que el cine estructural desarrolló para evidenciar el carácter mágico y mentiroso del cine: todo un catalogo de manipulaciones del proceso cinematográfico que hacían hincapié en el carácter ilusionista del cine en su conjunto, y que convertían a los procesos de construcción de la imagen –movimientos de camara, zooms, panoramicas, o el puro parpadeo del proyector– en los protagonistas de las películas, prescindiendo de la narración o la identificación con los personajes y sus peripecias. El díatico glitch de Pagán convierte en protagonistas a los errores informáticos; como él mismo afirma en la presentación de las nuevas películas: “¿Dónde reside la materialidad del cine digital? En su código hexadecimal. Es posible una manipulación “material” del cine digital desordenando sus cifras y letras, de igual manera que se puede manipular el celuloides (el poliéster) rascando o pintando o aplicando lejía a la emulsión”.

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El reto que plantea el trabajo sobre esa “materialidad” del corazón del cine digital es que, frente a lo que ocurre con las manipulaciones sobre celuloide, que son estables, y visibles a la luz, y perfectamente reproducibles en cualquier proyector, la manipulación del código hexadecimal y sus resultados están sujetos al azar de los programas encargados de reproducir y descodificar esos errores: una raya sobre el celuloide siempre será una raya, sin embargo, una manipulación digital hecha en el corazón de un archivo será distinta en virtud del programa que reproduzca la película, porque cada programa tiene una manera de interpretar esos glitches, esos errores, para convertirlos en imágenes reproducibles. Estas dos películas de Pagán, que podrían parecer juegos con los pixeles, cuadros abstractos en movimiento, deformaciones bizarras de imágenes en deterioro, son un retrato inmejorable de la inestabilidad física (y casi emocional) del cine digital: esas imágenes, llamadas a ser en origen siempre iguales, reproducibles hasta el infinito, son en el fondo unos y ceros a merced del azar de la tecnología, imágenes manipulables en sí mismas, carentes de vínculo con lo real y con lo proyectado, con el pasado y con el futuro. Así visto, este díptico se antoja el mejor retrato posible de la era digital y de cómo ha de cambiar nuestra relación con las imágenes, que no son ya sino caprichos de programación.

Las dos películas, agrupadas bajo esa misma indagación, y unidas por el mismo proceso de manipulación en el código hexadecimal, ofrecen por otro lado dos aproximaciones distintas, y cada una se ramifica en una dirección, abarcando otras exploraciones: A Fundamental Error (2016) es una refilmación de un trabajo anterior del propio Pagán, Peter (tubo) (2015), perteneciente a la serie Surfaces, primero proyectado en un televisor, refilmado y posteriormente sometido al proceso de manipulación de su código hexadecimal. En el video original, Peter Kubelka, uno de los padres del cine estructural, reflexionaba sobre el error de concepto en torno al arte abstracto, y pasado por la batidora de glitches de Pagán, su discurso se torna más vigente todavía: lo abstracto en realidad es profundamente concreto, en este caso en la imprecisión de los errores, en los caprichos de la reproducción digital. Por su parte, Noite de rodos (2016) plantea un diálogo-choque entre el primitivismo, la brutalidad, lo básico, y lo carnal; un diálogo entre tradición y vanguardia encarnado tanto en el grupo de música avanzada protagonista del trabajo, como en la propia brutalidad de la distorsión digital. Un diálogo paradójico que engarza a la perfección con la reflexión formal y de fondo que plantea Pagán en sus trabajos: lo nuevo, lo viejo, lo físico y lo intangible en el horizonte digital cinematográfico.

Enlace para ver A Fundamental Error (2016).

Enlace para ver Noite de rodos (2016).

Acceso a los cortometrajes de Pagán disponibles en Plat.tv.

Comentario sobre Pó de estrelas por Manu Yáñez.