Esta película surgió de un fracaso. La cantante de folclore-rock Julieta Laso, ex-integrante de la Orquesta Fernández Fierro, estaba preparando un importante concierto que, en el último momento, fue cancelado. Pero, lejos de deprimirse, la intérprete porteña se convirtió en la artífice y anfitriona de un encuentro con otras cantantes, varias de ellas originarias de o afincadas en Salta, al noroeste de Argentina. Esta reunión artística es lo que captura la cámara de Lucrecia Martel a lo largo de los fascinantes 37 minutos de Terminal Norte.

En este ensayo sobre la sororidad y el intercambio musical (y no solo musical) participan, además de Laso –responsable de la voz en off del cortometraje–, la extraordinaria pianista Noelia Sinkunas, colaboradora habitual de Laso; la notable coplera Mariana Carrizo; Lorena Carpanchay, primera coplera trans de los valles calchaquíes; BYami, ícono del trap femenino emergente; Whisky, dúo feminista de noise integrado por Maka Fuentes y Mar Pérez; y algún que otro hombre en segundo plano, como el virtuoso guitarrista Bubu Ríos.

En medio de la naturaleza y los sonidos salteños, las artistas caminan, charlan, se ríen y finalmente se escuchan con emocionada atención. Laso interpreta con fuerza arrabalera y presencia teatral hermosos temas como Muchacho, Cara de gitana, La sombra y Romance para un negro milonguero, mientras que Whisky, Mariana Carrizo, Lorena Carpanchay y BYami también cantan con sus muy diversos estilos. Este singular medley músico-político da lugar a un film de intersecciones, mixturas y admiraciones cruzadas entre mujeres de diversas generaciones y orígenes, pero con una lucha en común por la diversidad y el empoderamiento femenino. La película termina hallando varios picos emotivos, como cuando Laso observa a Carpanchay entonar sus coplas sobre la discriminación y los pesares del colectivo trans.

Mientras aguardamos con ansiedad la llegada de Chocobar, película de Martel que tiene como eje el asesinato del activista indígena Javier Chocobar, perpetrado en 2009, Terminal Norte surge como un pequeño y bello documental musical (y a su manera también una carta de amor) que nos hace un poco menos larga esa espera.

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