TOP 10 del Festival de Cine Europeo de Sevilla según Víctor Esquirol:

1. ¿Qué vemos cuando miramos al cielo?, de Alexandre Koberidze. Un romance maldito, una tropa de perros callejeros, un surtido de pasteles deliciosos, un Mundial de fútbol de telón de fondo… y Kutaisi, ciudad georgiana en el papel de paraíso terrenal. El segundo largometraje de Alexandre Koberidze no solo fue la mejor película vista en Sevilla, sino que seguramente va a ser título más memorable del año. Comentario de Manu Yáñez y Víctor Esquirol en el Podcast de Sevilla

2. Memoria, de Apichatpong Weerasethakul. Como cabía esperar, Weerasethakul también jugó en otra liga. Esta odisea auditiva llevó a Tilda Swinton a recorrer las ciudades y las selvas colombianas, y a nosotros nos invitó a redescubrir nuestros sentidos, para adentrarnos así en una dimensión para la que nunca jamás podríamos estar preparados. Crítica de Manu Yáñez

3. Fabian. Going to the Dogs, de Dominik Graf. El veterano director alemán sorprendió con una de las películas más desbordantes del año. Un virtuoso y formalmente alocado regreso al desenfreno y decadencia del Berlín de principios de los años 30, o esa farra descomunal, antesala del horror nazi que estaba por llegar. Crítica de Víctor Esquirol

4. Espíritu sagrado, de Chema García Ibarra. Mitos, leyendas y pongos. El primer largometraje de Chema García Ibarra nos llevó a su Elche natal, esa “dimesión desconocida” donde el costumbrismo marciano nos llevó obviamente al desconcertante (e inquietante, e incómodo…) territorio donde la comedia y la fantasía lo eran, cuando en realidad no deberían serlo. Crítica de Manu Yáñez

5. Atlantide, de Yuri Ancarani. Entre Roberto Minervini y Harmony Korine; entre Sean Baker y Nicolas Winding Refn. Entre la vida y la muerte, entre el cine documental y la ficción más alucinada. Siempre entre dos aguas, Ancarani convirtió los canales venecianos primero en un laboratorio donde estudiar la masculinidad, y después en un pasaje para llegar a la mismísima Laguna Estigia.

6. The Tale of King Crab, de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis. Otro viaje increíble por parte de una cinematografía italiana que fue claramente la gran vencedora de este último festival de Sevilla. Aquí, el mundo rural de los cuentos que alimentan al cine de Alice Rohrwacher nos llevó, encadenando saltos impresionantes, al espíritu aventurero y poético de Lisandro Alonso o Ciro Guerra.

7. Il buco, de Michelangelo Frammartino. El placer sublime de la observación de los elementos naturales para trazar, en majestuoso y sostenido montaje paralelo, un viaje (por partida doble) hacia lo desconocido. Y el documental (italiano), una vez más, como llave para adentrarse en reinos que creíamos que solo podían existir en las fantasías más desbocadas. Comentario de Manu Yáñez y Víctor Esquirol en el Podcast de Venecia

8. Piccolo corpo, de Laura Samani. Y con esta cerramos el estupendo ciclo de la nueva Italia fantástica. Aquí, el viaje lo propondría una madre decidida a rescatar a su bebé, prematuramente fallecido, de la eternidad del limbo. Con ello, regresamos a una época donde la magia empezaba a ceder ante el implacable avance del “progreso”, pero donde también la fuerza y la fortaleza femenina se erigirían en sendos pilares casi fundacionales.

9. Great Freedom, de Sebastian Meise. Lo que en un principio pudo haber sido una nueva excusa para volver a disfrutar de la compañía Franz Rogowski (esa presencia, la cual seguramente pase por ser ahora mismo la mejor fuerza interpretativa del panorama europeo), se convirtió en un angustioso recuerdo en el que la denuncia tuvo el acierto casi divino de encontrar la ternura y el calor humano incluso en los espacios y las circunstancias más oscuras. Podcast de Manu Yáñez y Víctor Esquirol sobre el trabajo actoral de Franz Rogowski

10. Our Men (Mon leggionaire), de Rachel Lang. Después de la sorprendente y jovial Baden Baden, Rachel Lang sorprendió con una película que demuestra que aquí tenemos a una cineasta nada interesada en las áreas de confort. Quedó claro en esta brillante e impecable disección de muchos de los sistemas de comunicación que, en principio, deben resolver las incomunicaciones (íntimas y colectivas) en el seno de una nación francesa cada vez más heterogénea.