Todos los cineastas que ofrecen sus trabajos de forma abierta y desinteresada en la plataforma española PLAT.tv (donde PLAT, siglas de Picto-Lumínica-Audio-Táctil, hace referencia y homenaje al célebre laboratorio de experimentación audiovisual de José Val del Omar) han de elegir una pequeña frase, muy corta, que defina, presente, e introduzca sus trabajos. La de la extremeña María Pérez, que este año estrenó su primer largometraje, Malpartida Fluxus Village, en el Festival de Las Palmas, no podía ser más acertada: “No hay nada más extraño en una tierra extraña que el extraño que viene a visitarla”. Una frase extraída del comienzo de Cannibal Tours (1988) de Dennis O’Rourke, película referencial, si no de la etnografía experimental, si al menos de esa toma de conciencia del cine etnográfico y documental que huye de la depredación bienpensante y convierte las películas, no en explicaciones de aquello extraño que recoge la cámara, sino más bien en ejercicios de política-crítica en los que el aparato cinematográfico queda en evidencia en sus limitaciones, y lo que aparece en imagen son los desequilibrios de poder, la imposibilidad de explicar lo que nos resulta ajeno, y a lo sumo, la fascinación por lo que resulta imposible de comprender.

Cannibal Tours retrata el viaje de un grupo de turistas a una antigua isla de caníbales, en la que los indígenas, reconvertidos ahora en vendedores de souvenirs y exotismo para los turistas blancos que les visitan, se muestra escépticos y desconfiados ante los verdaderos caníbales, los turistas, que desembarcan deseosos de encontrar lo que ya no existe: la pureza de lo exótico, lo inexplorado, lo auténtico, el verdadero Otro. Con un simple gesto de punto de vista, O´Rourke convierte en caníbales a los que viajan devorando tópicos, y aniquilando cualquier posibilidad de verdadero conocimiento. Como decía Josetxo Cerdán a propósito de otro gran viajero cinematográfico, Lluís Escartín: “En todo caso, sabedor de la función depredadora que han ejercido los cineastas-viajeros (aún los cargados de mejores intenciones), Lluis Escartín Lara no va a caer nunca en el error de comprender al Otro, ni siquiera (quizá podríamos decir, mucho menos) cuando ese Otro es su vecino. Por eso nunca va a ocultar su posición de extraño en una tierra extraña (aunque esta sea la finca de su vecino)”. Unas palabras que podríamos aplicar al trabajo de María Perez, especialmente a su largometraje Malpartida Fluxus Village, del que podemos encontrar rastros en sus trabajos previos, ahora disponibles en abierto en PLAT.

María Pérez.

María Pérez.

Los cinco trabajos disponibles ahora en internet dibujan la trayectoria de formación de una cineasta que con su primer largometraje ha demostrado una inteligencia, un control de la puesta en escena, y un conocimiento de los retos y los conflictos de la imagen documental que la convierten en una firme apuesta de futuro. El primero de los trabajos es Discordia (2009), un breve cortometraje rodado en Súper 8 para el extinto festival Toma Única, que imponía una singular condición a sus participantes: habían de rodar el corto en un único cartucho de Super 8, y enviarlo sin revelar a la organización, que se encargaba de su procesado y descubría el resultado junto al público, a los directores, y al jurado en la proyección pública. La inmediatez de la propuesta resulta en el caso de Discordia en una adaptación entre humorística y postmoderna del mito de Eris, la diosa de la discordia, que acabó por desencadenar la Guerra de Troya.

Androides (2010), cortometraje perteneciente a sus años de estudio en la ECAM (Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid) es un trabajo de ficción aparentemente más convencional, en el que sin embargo Pérez da señas de su interés por forzar los códigos genéricos, retorciéndolos en una reescritura en clave humorística (se verá enseguida que es justamente el humor una de las señas de identidad de la realizadora): a medio camino entre la película de maduración y la ciencia ficción low-cost, Androides tiene claras referencias a un clásico de la ciencia-ficción desestructurada como es El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), de Chema García Ibarra. Como en aquel, aquí también hay un joven disfuncional, inadaptado social, que confía en una conexión extraterrestre que le salve del tedio veraniego. Aunque lastrado por los modos de producción industrial, Androides apunta, como decíamos, esos juegos humorísticos que parecen una de las señas distintivas de la autora. Su siguiente trabajo, Robin & Robin (2012), codirigido con Hugo Amoedo, es nuevamente un acercamiento a un mito de la cultura pop, el escudero de Batman, Robin, a través de su sexualidad confusa. Una situación imposible, la de dos Robin que se encuentran en una lavandería, da pie a un juego mudo de seducción, enamoramiento, sexo y olvido, que plantea de forma clara esa parte homosexual implícita en toda la relación entre Robin y su amo y compañero Batman.

Fotograma de "Ejercicio 3: Documental".

Fotograma de “Ejercicio 3: Documental”.

De todas formas, los dos trabajos más interesantes de la breve filmografía son los dos últimos, quizás porque muestran un interés por explorar formas ensayísticas más libres, no tan encorsetadas en los límites de la ficción tradicional e industrial, y se aproximan mucho más a lo que luego plantearía en su primer largometraje. El dueto que forman Ejercicio 3: Documental (2013) y Ejercicio 2: Ficción (2015) son dos buenas muestras del interés por explorar las formas y las reglas de construcción de las imágenes, y su relación siempre equívoca y tramposa con los espectadores, a través de dos campos aparentemente contrapuestos como son el documental y la ficción, pero que a través de dos sencillos ejercicios de metalingüistica y re-de-construcción se presentan al espectador como puras ficciones, construcciones intelectuales, ejercicios de poder y discurso. Lo interesante de ambos trabajos, como ya hemos señalado, es la capacidad de combinar la puesta en duda de los procesos de credulidad con un peculiar sentido del humor que aleja los trabajos de una simple boutade intelectual y los enmarca en la siempre compleja tradición del documental cómico.

Ver los cortomerajes de María Pérez en PLAT.tv.