Endika Rey (Festival de San Sebastián)

Jean-Gabriel Périot no es un desconocido del Festival de San Sebastián. Tras presentar aquí su primer largometraje, Una juventud alemana (Une jeunesse allemande, 2015), en la sección Zabaltegi y optar al premio Nuevos Directores con Lumières d’été (2016), este año se ha hecho con el premio Zabaltegi-Tabakalera con Song for the Jungle. Si en la primera Périot jugaba a construir y deconstruir el material de archivo para realizar una panorámica sobre los orígenes de la Facción del Ejército Rojo y en la segunda el director realizaba su primera ficción para desbordarla a través de fantasmas provenientes de un testimonio documental, en esta ocasión ha vuelto a su labor como cortometrajista y se ha hecho con el galardón gracias a su observación de los emigrantes que viven en La Jungla (así se llama el espacio), en Calais, esperando la oportunidad de huir de allí. En esta ocasión, el francés no juega con el archivo ni crea nuevo material, sino que se limita a poner en plano un escenario desolador y a una serie de protagonistas anónimos que caminan por el mismo.

Aunque los premios obedecen más a la subjetividad de sus jurados que a una mano invisible lanzando un discurso, lo cierto es que resulta destacable que este año la sección Zabaltegi-Tabakalera haya decidido premiar un cortometraje de 14 minutos por encima de títulos a priori favoritos como las cuatro horas de An Elephant Sitting Still, el uso del 3D de Largo viaje hacia la noche, la ganadora de la competición de films argentinos del BAFICI, Las hijas de fuego, o lo nuevo de Godard, El libro de imágenes. En palabras de los organizadores, la sección está abierta a incluir “cortos, medios, largos, ficciones, no ficciones, animaciones, series e instalaciones audiovisuales” y el premio, 20.000 euros (de los cuales 14.000 son para el distribuidor de la película en España), puede entenderse también como toda una declaración de intenciones. Si el año pasado el mediometraje Braguino consiguió verse en nuestras pantallas gracias al galardón, en esta ocasión el palmarés nos lanza una pregunta todavía sin respuesta: ¿se estrenará un cortometraje en salas españolas? De algún modo el premio resulta consecuente con ese Zabaltegi-Tabakalera que ya desde su nombre invita a abrir nuevas vías o, al menos, a ensancharlas. Aparentemente, se trata de un tema alejado del análisis fílmico y más cercano a la industria de la exhibición; sin embargo, es posible trazar un paralelismo: la decisión del jurado puede leerse, como la propia película de Périot, como un pequeño acto de militancia.

Porque si algo es Song for the Jungle es una obra política. Périot se limita a encuadrar a la gente que vive en Calais en una serie de planos generales. Unos muros de alambre separan esa Jungla de una autopista y el lugar funciona a modo de una cárcel donde, paradójicamente, el exterior resulta casi más amenazante. El sonido de los coches, el de un helicóptero y el de una ambulancia (al fondo del plano, sin saber por qué está ahí) se convierten casi en las únicas herramientas discursivas que existen en la cinta. Y es que, más allá de lo que hay en el cortometraje, conviene preguntarse también por lo que no hay: no existen testimonios, no hay primeros planos, no hay drama, no hay diálogos, no hay protagonistas a los que asirse, no hay intervención por parte del director, no hay canción. Song for the Jungle retrata la mera deambulación, los paseos hacia ninguna parte. Tal vez esa sea la única forma legítima de retratar el drama de la espera.