El procedimiento es lo que le interesa, fundamentalmente, a Corneliu Porumboiu, el director rumano de 12:08 al este de Bucarest y Politist, adjectiv. Pero no el procedimiento en el sentido hollywoodense, en el cual una serie de peripecias tienden a conducir la narración hacia un destino más o menos definido. Su forma se acerca más a la hitchcockiana: en todo momento resulta evidente que el objetivo es secundario en relación al presente, a lo que sucede alrededor de ese procedimiento que es menos hilo conductor que ventana al mundo. Pero Porumboiu va aún más lejos. En sus mejores películas, el “procedimiento” en cuestión es materia de análisis, como si la película de principio a fin se discutiera a sí misma, se preguntara –y nos preguntara– por lo que está contando y las implicancias que eso tiene.

Politist… es el ejemplo más claro de ese formato, que se repite de una forma para mí más arty en When Evening Falls on Bucharest or Metabolism. En cambio, The Treasure es un paso hacia la liviandad después de ese ejercicio algo afrancesado de estilización dramática. Aquí las peripecias entran en el habitual territorio del detalle excesivo, esa manera de ir y venir sobre situaciones que el cine americano habitualmente resuelve mediante bruscas elipsis pero que en las películas del rumano son el corazón del asunto. En esa reiteración aparece el absurdo, el humor y, más claramente, la realidad que circunda la trama del film, centrada en la búsqueda de un tesoro por parte de tres disímiles personajes. Porumboiu sabe sacarle el jugo al absurdo de las situaciones, en una manera que hace recordar por momentos a esas comedias ligeras de Hitchcock y otros directores de los años 50, serias e irónicas al mismo tiempo. Pero la película no apuesta por la comedia de forma evidente: son las complicaciones e idas y vueltas de la situación las que acercan a los personajes por momentos al absurdo, si bien lo que se esconde detrás de ese “tesoro” evoca una zona oscura de la historia de Rumanía.