Tras ejercer de asistente de dirección de su compatriota Yorgos Lanthimos en Canino (2012), el griego Christos Nikou debutó en solitario con el multipremiado cortometraje KM (2012) y se consolidó como realizador con su primer largo Apples (2020), inscrito dentro del denominado nuevo cine griego, que también tuvo una amplia trayectoria en festivales. Ahora, la producción estadounidense Esto va a doler supone una nueva indagación en algunas cuestiones que ya proponía en su brillante y muy personal ópera prima, pero esta vez con un reparto de actores internacionales como Jessie Buckley, Riz Ahmed, Jeremy Allen White y Luke Wilson en un pequeño, pero brillante papel, que se puede intuir como un guiño hacia el universo de Wes Anderson.
Como si de una suerte de díptico se tratara, el cineasta griego vuelve a partir de una situación distópica, aunque ambientada en un presente muy reconocible. Si en su película de debut planteaba la posibilidad de que una pandemia mundial hubiera borrado la memoria de la población y de cómo esta se podría recuperar mediante programas de rehabilitación, en este caso su mirada se fija en las relaciones de pareja. Nikou, junto a sus coguionistas Sam Steiner y Stavros Raptis, con el que repite, imagina un Instituto del Amor, que mide con ‘rigor’ el grado de enamoramiento entre dos seres humanos. Esto lleva a muchas parejas a someterse a este test de compatibilidad romántico-biológica a partir de la extracción de una uña de cada uno de los participantes.
Nikou, cerca de los postulados de Langosta de Lanthimos, cuestiona la posibilidad de la existencia de un amor científico frente a un amor romántico; es decir, los sentimientos a prueba de evidencias y refrendados con datos frente a la idealización de las emociones y la capacidad de sorpresa, porque un porcentaje muy alto de las parejas que se someten al test no lo superan y, por lo tanto, rompen su relación. Sin embargo, existen cursos para superar este examen a los que se incorpora como instructora la protagonista, Anna (Jessie Buckley), que ya pasó tiempo atrás la prueba amorosa junto a su novio Ryan (Jeremy Allen White), y que comparte trabajo con Amir (Riz Ahmed), otro monitor también felizmente ‘positivo’ en amor.
Situándose en un terreno que le es familiar y en el que habitan las referencias reconocibles de Spike Jonze, Charlie Kaufman o Michel Gondry, Esto va doler se vale de la comedia romántica clásica para desmontarla con un humor irónico y un trazado inverosímil que el trabajo de puesta en escena y una planificación basada en el rigor formal (mucho más incisiva de lo que se presume a simple vista) se encargan de hacer veraz. Nikou acude a los tópicos del género con cierto descreimiento, pero a la vez con sumo respeto, reivindicando su vigencia y actualizándolos. Suenan clásicos ochenteros como Total Eclipse by the Hear de Bonnie Raitt, y el tema Only You de Yazoo se convierte en un leitmotiv argumental del film. La banda sonora de Christopher Stracey se basa en un piano edulcorado y subraya las partes emotivas de la narración. Incluso se permite chistes cinéfilos a propósito de Hugh Grant como verdadero epítome de la comedia romántica.
El cuestionamiento en torno a este género sirve al director para desplegar su reflexión a propósito de la dualidad del amor en los tiempos que vivimos, como si el hecho amoroso se viera convertido en algo contagioso para el que existen cuerpos inmunes y condenados (relativamente) a la infidelidad. Este discurso, quizá demasiado encajonado en lo normativo, y una tendencia a evitar la elipsis, con lo que su ritmo se demora, coartan en parte una idea brillante, plagada de gags sutiles y muy inspirados, que se queda muy cerca de los referentes en los que se mira. Aunque la distancia se percibe.