Para aquellos espectadores hartos de los excesos de trascendencia de la ciencia ficción contemporánea –del final de Gravity a las obras completas de Chistopher Nolan–, Marte (The Martian) puede servir de apetecible antídoto. Un entretenimiento tan efectivo como efímero, lo nuevo de Ridley Scott –que aquí se pone el mono de servil artesano– funciona como una suerte de cruce entre un programa de divulgación científica y una disco party espacial. La película nos invita a vivir una odisea del espacio, pero más que a una experiencia filosófica, la aventura de Mark Watney (Matt Damon) se asemeja a un campamento veraniego para interesados en técnicas de supervivencia. Los referentes más próximos podrían ser Náufrago, 127 horas o Cuando todo está perdido, pero Scott abandona toda vocación de realismo para componer un film trufado de guiños humorísticos –concentrados en un video-diario minado de subrayados narrativos– y arrebatos pop –en momentos clave suenan el Waterloo de los ABBA o el Starman de Bowie–. A la postre, lo que más le importa a Scott es producir un entretenimiento evasivo que arrastre al espectador y le evite cualquier quebradero de cabeza.
Adaptación de la novela homónima de Andy Weir, con guión del siempre interesante Drew Goddard (director de La cabaña en el bosque y guionista de Monstruoso), Marte arranca con una set piece de manual de superproducción de Hollywood, para luego viajar entre Marte y la Tierra de un modo perfectamente convencional. Sin embargo, la película también presenta sus transgresiones, la mayor de las cuales es la renuncia a la subtrama romántica de rigor. En conjunto, el film fluye armónicamente gracias a que Goddard y Scott parecen decididos a conservar la escala humana del relato, manteniendo a raya los fogonazos de épica, aunque hacia el final caen en el innecesario cliché de presentar la retransmisión televisiva del intento de salvamiento del héroe. Un pequeño bache que no dinamita el resultado final de una película que se sirve de la inagotable cantera de comediantes que ofrece el entertainment estadounidense: Jeff Daniels y Kristen Wiig aportan la justa dosis de sorna a sus circunspectos personajes, mientras que Donald Glover, el Troy Barnes de la serie Community, cumple en el rol de alivio cómico para los momentos de alta tensión.
Por su parte, Matt Damon, en su registro de hombre común, sabe echarse a la espalda esta survival movie en la que resuenan dos de sus antiguos personajes: el astronauta extraviado de Interstellar y el recluta rescatado de Salvar al Soldado Ryan. De hecho, la solemne oda antibelicista de Steven Spielberg ponía sobre la mesa el dilema que vertebra la trama terrestre de la liviana Marte: ¿cuánto se puede y se debe invertir para el peligroso rescate de un solo hombre? Un sustancioso interrogante que, en todo caso, nunca llega a fruncir el ceño de este engrasado crowd pleaser.