Ganador del Premio al Mejor Director en el Festival de Cannes de 2013 con Heli, el mexicano Amat Escalante (nacido en Barcelona) presentó, en el Festival de Venecia de 2016 una obra que se aleja voluntaria y sugerentemente de su filmografía anterior. Un giro que no obedece a una cuestión temática, sino al género empleado. Experto en la confección de dramas criminales, protagonizados por residentes o emigrantes de Guanajuato, Escalante abraza en La región salvaje el cine de género para ofrecer un nuevo enfoque a las mismas cuestiones sociopolíticas que le obsesionan desde su magnífico debut, Sangre. Exprimiendo al máximo la dimensión metafórica y alegórica del fantástico, el director de Los bastardos se desmarca aquí del hiperrealismo que había marcado su obra previa para describir, bajo una nueva luz, más sensual e creativa, la degradación moral del México contemporáneo.

¿Qué lugar puede ocupar una película sobre un monstruo lujurioso venido del espacio ante una realidad que ha superado cualquier tipo de ficción? El fantástico como abordaje de lo indecible, como exorcismo de un presente corrompido. Después de la singular Tenemos la carne de Emiliano Rocha Minter, La región salvaje fue la segunda película de terror mexicana de 2016 sobre personajes abandonados en un sanguinario infierno carnal. Un signo tanto de la crisis moral del país como del impulso fabulador de sus cineastas –dos factores que también están presentes en la reciente ganadora del León de Oro de Venecia, La forma del agua de Guillermo del Toro–. La singularidad de Escalante pasa por su capacidad para enmarcar la fantasía en un contexto de crudo realismo, barajando el oscuro imaginario de Carlos Reygadas –especialmente el de Post Tenebras Lux– y la sordidez del Anticristo de Lars von Trier.

La región salvaje arranca con la aparición de un ente en la Tierra, dispuesto a amigar la Humanidad con su dimensión primitiva reprimida. El monstruo de tentáculos fálicos, llegado en un meteorito, se esconde en una cabaña, aguardando a sus futuras presas –hombres, mujeres, adultos o niños– a las que someterá a su insaciable pulsión tanática. En este fantasioso thriller de terror sexual –que Escalante ha calificado de feminista–, las mujeres (Ruth Ramos y Simone Bucio) utilizan la criatura para liberarse del machismo de la sociedad mexicana. Asimismo, el sexismo y la misoginia no son las únicas realidades denunciadas en La región salvaje. Esta crítica de las consecuencias reales que causa la tiranía de los valores conservadores también incluye un discurso que atenta contra una homofobia enquistada en la sociedad mexicana.